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Lo mejor fue el karaoke

18 de Diciembre de 2006 | 00:00 |
En un show armado de un cliché tras otro, el cantante vino a dirigir un coro imponente de mujeres que repletó la Arena Santiago en el primero de sus cinco conciertos en Chile.

David Ponce


De quién es esa boquita: Arjona en vivo el viernes 15 de diciembre en Arena Santiago. Este hombre sí sabe hablar a las mujeres (foto: Matías Espinosa, El Mercurio).
El primer animal de peluche cayó al escenario a la altura de la cuarta canción y fue un osito blanco que llegó a las manos de Ricardo Arjona mientras cantaba "Historia de taxi". Luego vendrían banderas, saludos y la ovación constante de las más de quince mil personas que el viernes repletaron la capacidad de la Arena Santiago para asistir al primero de los cinco shows que el cantante guatemalteco dará en esta visita.

A la pasión desbordante de sus fans, Arjona respondió con generosidad y cantó veintitrés canciones en casi dos horas de show, todas ellas éxitos de masas. "En este afán por entender a las mujeres algunos se vuelven locos, otros nos volvemos compositores de canciones", dijo, antes de revelar el resultado de sus años de sabiduría: "A las mujeres no hay que entenderlas, hay que quererlas".

Queda abierto el debate sobre si eso es un halago, pero no para las miles que llegaron a verlo y a corear de memoria sus siempre abultados versos, entre paradojas como "Acompáñame a estar solo", rimas como "tapicería" con "lencería", piropos como "El escote en su espalda llegaba justo a la gloria", aforismos como "Uno no está donde el cuerpo, sino donde más lo extrañan", profundidades como "Cómo encontrarle una pestaña a lo que nunca tuvo ojos", zonas erógenas como la de "encontrar el punto exacto donde explotas al amar", elegancias como "Tu reputación son las primeras seis letras de esa palabra" y filosofías como "Los ricos tienen dietas, los pobres hambre / Y al final la mierda huele igual / sea de príncipe o sirvienta".

Como autor Arjona supera a cualquier rival. A su lado Shakira es hermética, Maná es cabalístico, Calamaro es antipoético y Sabina merece el Nobel de ciencias. No hay un incontinente verbal de su calado en toda la industria del pop latino internacional. Una sola contribución teórica como "Nosotros con el machismo, ustedes al feminismo y al final la historia termina en par" y cualquiera queda convencido de que el machismo no es una lacra social de las peores sino toda una corriente de pensamiento equiparable al feminismo. Gracias, Arjona, por su contribución a la confusión cultural de masas.

Lo dijo el propio artista horas antes de llegar a Chile, al confesar que el premio más grande que recibe es la gente que cada noche llega a ver sus shows. "Suena a uno de los clichés más importantes que se puedan escuchar", reconoció, y quién es nadie para contradecirlo. El cliché, uno tras otro, es su marca. "Si usted quiere un mundo mejor, sueñe. Invénteselo", recomienda antes de cantar "Receta". "Para qué describir lo que hicimos en la alfombra", canta, y sí: viene un solo de saxo sensual. Deja que la gente entone en masa en último verso y sí: Arjona deja el micrófono y aplaude al público, visiblemente conmovido. Y sí: el show termina con el astro enfundado en una polera con los colores de la bandera chilena.

Si el foco de Arjona está en las letras es porque él es un poeta que canta y la música es accesoria. Guitarras, teclados y saxo, rock, reggae, salsa y el detalle siútico de un violoncellista sentado en un banco callejero instalado en un segundo piso del escenario son su acompañamiento, aparte del más ordinario final "rockero" al término del show. Lo que se impone es su carisma. "Me dijo ‘Me llamo Norma’ mientras cruzaba la pierna’, canta, y cuando cruza su propia pierna hace gritar a quince mil señoras y señoritas. El problema es que su carisma es demasiado y tiene siempre el mismo sentido, entonces cuando entra en la fase de contenido social y de política internacional de su concierto con una canción sobre secuestro, otra sobre las relaciones norte sur y otra sobre espaldas mojadas, sondea si la expresión "mojado" es familiar en Chile y se gana otro grito de mujeres que lo que quisieran es puro verlo a él con una polera mojada. Y ojalá ajustada.

Es el precio del sex-appeal. Pero sí hay algunas cosas buenas en un concierto de Ricardo Arjona. Una es que el cantante acude con frecuencia al excelente recurso del medley, que permite poner muchas más canciones en menos tiempo. Y lo mejor es que sus fans cantan tan fuerte que a menudo no dejan escuchar las letras. Y no sólo es un alivio: ahí está la auténtica emoción. Arjona es el dueño del karaoke, pero el genuino espectáculo es ver a quince mil personas coreando de memoria todas y cada una de sus canciones, que además están llenas de palabras. Entonces no cabe más que el respeto frente a esa demostración de devoción popular.

Éste es un público conocedor. La audiencia corea los éxitos, desde luego: es gente que escucha radio. Pero corea hasta las canciones que Arjona pide permiso para recrear aunque no hayan sido singles radiales: es gente que se ha comprado los discos. El públicó cantó todo. Para ser más precisos: un ejército de mujeres cantó todo. Si había voces de hombres en ese karaoke gigante nunca se oyeron: era la voz unánime de miles de mujeres chilenas, fuerte, aguda, el grito de un fans club gigante, desde adolescentes hasta señoras como la que el propio cantante localizó entre el público para que la cámara la enfocara mientras cantó "Señora de las cuatro décadas". No hacía falta ir tan lejos a elucubrar "Qué habría escrito Neruda / qué habría pintado Picasso". Basta con preguntarse qué habría vendido Arjona si no existieran mujeres y la canción queda donde mismo.


Las canciones
Música de los ocho discos que Ricardo Arjona ha grabado entre Animal nocturno (1993) y el reciente Adentro (2005) se oye en la larga lista de canciones de su show.

Iluso (de Adentro, 2005).
Para bien o para mal (de Adentro, 2005).
Acompáñame a estar solo (de Adentro, 2005).
Historia de taxi (de Historias, 1994).
Realmente no estoy tan solo (de Historias, 1994).
Desnuda (de Sin daños a terceros, 1998).
Por qué es tan cruel el amor (de Solo, 2004).
La nena (de Santo pecado, 2002).
Mojado (de Adentro, 2005).
Si el norte fuera el sur (de Si el norte fuera el sur, 1996).
Lo poco que queda de mí (de Galería Caribe, 2001).
Receta (de Galería Caribe, 2001).
Quesos, cosas, casas (de Santo pecado, 2002).
Dime que no (de Sin daños a terceros, 1998).
Te conozco (de Historias, 1994).
Señora de las cuatro décadas (de Historias, 1994).
Cuándo (de Galería Caribe, 2001).
Tu reputación (de Si el norte fuera el sur, 1996).
Tarde (de Sin daños a terceros, 1998).
Pingüinos en la cama (de Adentro, 2005).
El problema (de Santo pecado, 2002).
Minutos (de Santo pecado, 2002).
Mujeres (de Animal nocturno, 1993).
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