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La excelencia vocal

02 de Abril de 2007 | 00:00 |
Gilberto Ponce


Un verdadero privilegio para la ciudad de Santiago es haber contado en el mismo mes con la presencia de las dos cantantes chilenas más importantes en los escenarios del mundo.

Creemos que los ingentes recursos invertidos por las municipalidades de Santiago y Providencia son un real y potente signo de la importancia que se le asigna a la música por parte de las autoridades municipales, lo que sin duda va en provecho de la cultura del país.

En una noche muy fría, una gran cantidad de público llegó hasta el Parque de las Esculturas y para sorpresa de muchos no copó la totalidad de las aposentadurías dispuestas a pesar de haberse agotado las invitaciones.

A la acción

El programa escogido fue de gran exigencia y mostró las virtudes que han llevado a Cristina al sitial que ocupa hoy en la lírica mundial, abarcando música francesa, autores veristas, además de obras de Verdi y Puccini.

Lo hizo en una demostración técnica de primer orden y un manejo dinámico estupendo que logró que tanto sus pianissimos como sus fortes fueran hermosos y expresivos.

Lo que más llama la atención es el acercamiento a cada uno de los personajes que interpreta. Porque de verdad Gallardo-Domas los vive. Y así conmueve a quienes la escuchan.

El recital contó con el acompañamiento de la Nueva Orquesta Sinfónica del Instituto Cultural de Providencia. Está dirigida por el violinista ahora convertido en director Denis Kolobov. Es una orquesta que por novel y por la deficiente amplificación no es posible evaluar completamente su cometido.

Resulta extraño, por ejemplo, escuchar a las maderas sobrepasando a las cuerdas. O a unos bronces estridentes. Y todo, por efecto de la amplificación.

Los personajes de Gallardo-Domas

En varios de los dúos del programa, Gallardo-Domas fue muy bien acompañada por el tenor Gonzalo Tomckowiack, en óptimas condiciones vocales y ratificadas en un estupendo “E Lucevan le stelle” de Tosca de Puccini. Importante resultó su sentido interpretativo, que complementó el dramatismo propio de Cristina.

Tal vez el frío restó algo de brillo al Aria de Fausto con que se inició la presentación. Aunque fue presagio de lo que vendría, su aria de la ópera la Wally de "Catalani" fue clarísima en la progresión.

Desde la melancolía al dramático final, en tanto que la Margarita de "Mefistófeles" de Boito fue delineada desde la introducción orquestal, introduciendo al público en la locura del personaje. Luego ella nos llevará al desagarro de Violeta del acto final de "La Traviata" de Verdi y a las dudas existenciales de Tosca en su “Vissi d’arte”.

Dejando para el final su notable muestra de histrionismo en la escena final de “Suor Angelica”, también de Puccini, en la que no sólo canta estupendamente, sino que actúa como enajenada contemplando aquello que no puede vivir, esta escena será difícil de olvidar por aquellos que la escucharon aquí.

Coro y orquesta

El Coro Bellas Artes, que dirige Víctor Alarcón, no fue afortunado en esta oportunidad. Tuvo evidentes desafinaciones, se vio sobreexigido en muchos momentos y luchó contra la mencionada amplificación que apenas los hacía audibles. Además de voces muy poco perfiladas, el “Himno al Sol” de la ópera “Iris” de Mascagni, fue uno de los momentos bajos de la noche.

El coro de “Aida” de Verdi, donde los tempi del director desperfilaron la obra. No obstante en el “Bocca chiusa” de la Butterfly, lograron hermoso sonido.

En la orquesta los mejores momentos fueron, la “Meditación” para violín y orquesta de “Thaïs” de Massenet, donde Kolobov interpretó el solo y dirigió el “Intermezzo” de Caballería Rusticana y “Preludio” de la “Traviata”. Ahí intervinieron básicamente cuerdas, que si contaron con amplificación aceptable.

En resumen, una velada que dejó muy en claro la excelencia vocal de Cristina Gallardo-Domas. Para agradecer las ovaciones cantó “O mio babbino caro” de Puccini y un gracioso “Brindis” de "La Traviata", muy bien secundada por Tomckowiack, el coro y la orquesta. Hasta arrojó champaña al público, procediendo luego a quebrar las copas.

Una hermosa velada que celebró dignamente los 110 años de la fundación de la Comuna de Providencia.

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