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Wingspan

17 de Agosto de 2007 | 01:14 |
A estas alturas de la vida, Paul McCartney, la mitad del cerebro de The Beatles, ya no tiene problemas para decir que fue el culpable directo en la disolución de la banda más grande de todos los tiempos.

Y lo dijo, para todo el mundo, en el documental de dos horas que introduce este disco, Wingspan, como una muestra de seguridad con el camino que tomó desde 1971 lejos de John, Ringo y George.

Porque McCartney, aunque la feligresía de Lennon arrugue la nariz, ha hecho en solitario un recorrido tan luminoso como el de su viejo compañero de composición. Menos radical, más naif si se quiere, explotando la inocencia de esa cara de niño bueno de cachetes gordos, es cierto, pero con una delicadeza melódica notable.

Aquí aparece parte de aquello, en este disco doble de 40 canciones que recorre los más de ocho años en que, junto a su fallecida Linda, dio vida al proyecto The Wings. Y separada en dos secciones con sendas placas, Hits e History, recorrer parte de la historia musical del músico más rico del mundo asoma como indispensable.

No sólo por atesorar bellezas como My love o No more lonely nights, más allá de sólo reivindicar la simpleza de Let em in y Silly love songs, entre otros de sus éxitos radiales, sino más por conocer el lado menos difundido.

Como la energía psicodélica de Helen wheels, la entrega de Let me roll it, el juego vaquero de Heart of the country y el dolor de Junk, más una rareza inédita como la versión de Bip bop/hey diddle.

En fin, como toda esa larga lista de canciones que se atropellan en una placa que no debe faltar en un hogar. Aunque no sea necesariamente un viejo y nostálgico hogar beatle.

Pablo Márquez
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