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Everybody got their something

17 de Agosto de 2007 | 01:14 |
La hija del desaparecido Don Costa, la misma que conocimos hace casi 20 años como una insoportable Shirley Temple de los 80, es capaz de modelar su registro a tal punto que, a ratos, para escuchar su disco debut hay que tener bien claro el color de su piel.

Porque no sólo las guitarras metálicas y los coros en diferentes planos evocan a una fiesta funk, no se trata apenas de una explosión de rhythm and blues con mucha sangre, sino que estamos hablando de una propuesta melódica y armónica donde el sonido negro es fundamental. Y la voz de Nikka suena impresionantemente a tono.

Con aires a Aretha Franklin, mucho de Lauren Hill y bastante de la cadencia de Lenny Kravitz, Everybody... suena fresco, vivo, con cuerpo, muy lejos de ese pop adolescente anodino que cultivó a fines de los 80, a años luz de esos susurros ególatras que debimos soportar cuando a los 8 años decidió cantar en Viña un día.

Nikka Costa puede no ser muy original, es cierto, pero cuando suena divertida en Like a father (el primer sencillo promocional) y trasnochada en la evocadora Push & pull (incluida en la banda sonora de Blow, con Johnny Depp), recién se entienden muchas cosas: lo suyo es el canto y ella siempre lo tuvo muy claro.

Pablo Márquez
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