Mariah Carey ya hizo en los '90 su mejor descubrimiento, en los álbumes "Daydream" (1995) y "Butterfly" (1997): el hip hop le ayudó a despabilarse y a mantenerse como la mujer más vendedora de discos de la década.
En su octavo disco, banda sonora de la película del mismo nombre y que ella misma protagoniza, sigue esa fórmula. Se encarga de entregar cuatro baladas sedantes, pero la diva toma ropa prestada del rapper Busta Rhymes o de éxitos ochenteros como "Last nigh a DJ saved my life" o "I didnt mean to turn you on" para hacer una nueva fiesta: Mariah se pasa muerta de la risa la mitad del disco, cuando no está desplegando el ultrasonido de sus siempre asombrosos falsetes.
David Ponce.