Durante los noventa existió una banda llamada Pavement que como ninguna definió el sonido del rock independiente norteamericano y que, por lo mismo, quedó atrapado en una especie de complejo de Peter Pan: evolucionar era morir. Una vez liberados de este grupo de culto, sus integrantes se han desatado en sendas carreras solistas, de las cuales obviamente la más esperada era la de su ex vocalista Stephen Malkmus. Y no defrauda. Sin abandonar nunca su particular dicción (parece que cantara y hablara al mismo tiempo), Malkmus construye un gran disco de canciones sencillas y amables. Considerando que nunca ha escrito melodías convencionales, este disco resulta interesante incluso para los no iniciados en la díscola genialidad de Malkmus, uno de los compositores más originales de los últimos años.
Cristián Araya