EMOLTV

Kancheli: “Mourned by the Wind”, “Light Sorrow”

17 de Agosto de 2007 | 01:14 |
Se trata del compositor Giya Kancheli, nacido en Tiflis, Georgia, el 10 de agosto de 1935. Su país, de antigua prosapia, es vecino del Mar Negro, de Azerbaiyán y del Cáucaso. Pero su presencia en la música de occidente está más próxima. Aunque Georgia adoptó la religión ortodoxa en el siglo IV, fue la presión de Rusia la que la incorporó al Imperio en 1801 y a la Unión Soviética después de 1917. Desde 1991 reconquistó su presencia como república independiente.

Su vida musical es también antigua y cambiante. Posee una muy rica tradición folclórica, compartida a veces con influencias de los países y culturas vecinas. El arte musical de occidente entró en Georgia en el siglo XIX, y basta decir que Tchaikovski y Rubinstein llegaron en gira allí. Existe una profunda raíz de música religiosa georgiana. Esta y la raíz folclórica se unieron en las primeras obras orquestales que los compositores georgianos comenzaron a hacer oír desde mediados del siglo XIX. Actualmente, hay unos cinco autores reconocidos en la vida musical de Occidente. Giya Kancheli es considerado el más importante.

El CD que el sello Telarc ha dedicado a dos obras de Kancheli tiene títulos sugerentes: "Pequeña pena" y "Llorado por el viento". Ambas para gran orquesta y solistas.

El compositor dice que su música une su sentir personal a una sonoridad amplia. "Llorado por el viento" demoró cuatro años en gestarse como un homenaje al recuerdo de un amigo suyo. Fue estrenada en 1988 en la entonces Leningrado, por la Orquesta de la Opera, y en Berlín en 1990. Una emoción manifestada en grandes bloques orquestales, con lo cual contrastan los solos de violonchelo, hacen pensar en el mundo interior del autor, estremecido por un dolor profundo. "Pequeña Pena", compuesta en 1984, le fue solicitada por la Orquesta Gewandhaus, de Leipzig, como homenaje a los cuarenta años desde la derrota del fascismo. Dos niños sopranos y coro, aparecen entre el poderoso sonido orquestal.

La grabación logra captar la sensación monumental de la partitura. Hay meditación y dolor. Una amarga belleza. Orquesta I Fiamminghi, Director R. Werthen.

J. Daquin