Como todo veterano, Metallica ha vuelto a mirar sus orígenes. Y en estos casos el dogma roquero dice que es hora de hablar de la vieja furia y bla bla blá. Pero Metallica no se queda en el titular de prensa. "St. Anger" puede ser ese reencuentro que necesitaban los viejos fans, pero nadie que regresa vuelve idéntico. El grupo dejó algunas maletas olvidadas. Por ejemplo, los solos de guitarra, cliché thrash casi inútil desde que el metal de los años '90 privilegió el sonido a la destreza. El consuelo está en que la banda agudiza su sentido del quiebre rítmico y el calibre de su sonido. La velocidad regresa, pero el grupo se oye mejor, pesadísimo, cuando está por agarrar vuelo. El resto del viaje comprime la rabia y la deja escapar a mordiscos. La marca de Metallica hiere otra vez.
Marcelo Contreras
