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La sombra del águila

17 de Agosto de 2007 | 01:14 |

La sombra del águila

La foto de portada del nuevo y decimoquinto disco de Fernando Ubiergo es la de un hombre pensativo, en contacto con una naturaleza que parece calmarlo. Es una imagen representativa de un disco al cual el cantautor chileno le ha puesto, es cierto, melancolía, pero sobre todo mucha cabeza, y no sólo por el destacable trabajo en letras sino también por su gestión directa en la producción y composición de canciones que, a estas alturas, son símbolos de un sello creativo casi inconfundible. Hay aquí versos reflexivos, comprensivos y, a veces, de una sorprendente agudeza. Pero no es sólo eso lo que hace de La sombra del águila un auténtico disco de autor.

No varía la matriz tradicional de trabajo de Fernando Ubiergo sobre la guitarra. Éstas son canciones que se sostienen casi puramente sobre su voz y las seis cuerdas, a las cuales Ubiergo ha optado por vestir discretamente con timbres finos y casi siempre acústicos. Se logra así un sonido general cohesionado y cálido, suavizado muchas veces por las plumillas sobre la batería, el contrabajo de Fernando Julio (Javiera y Los Imposibles), el piano, acordeón y órgano Hammond de Camilo Salinas (Pettinellis) e, incluso, cello y viola (en los temas “Bardo” e “Y sin embargo se mueve”, este último de mayor agitación y fuerza). Así, y pese a la tónica calma y tradicional que marca al álbum, se ha logrado aquí un sonido moderno. Y uno entiende perfectamente por qué es que Ubiergo cita a Norah Jones como una de sus más fuertes y recientes influencias.

Los éxitos acumulados en más de veinte años de carrera dicen mucho sobre la vocación inclaudicable de Fernando Ubiergo como un cantautor reflexivo, que toma determinadas inquietudes sociales -quizás de menor resonancia que las ideológicas, pero igualmente urgentes- y las desarrolla con finura. Es un valor que en este disco se mantiene y que hace creer que su capacidad como letrista no ha sido suficientemente valorada. No es fácil componer una canción de amor que diga algo novedoso, pero Ubiergo lo logra en “La próxima estación”. O un tributo al padre que no sea pura nostalgia por los tiempos perdidos (“Bardo”). En general, se trata de versos visuales y medidos, que aunque traten sobre la separación del ser querido (“El otro cielo”, “Atrapasueños”, “Yo tuve una vida”) son más melancólicos que desolados. “La sombra del águila” es un tema que, justamente, ha generado cierto debate. Ubiergo no quiere parecer conciliador cuando alude, sin nombrarlo, al imperio estadounidense y ataca con agudeza: “Todos sabemos que el sistema no resiste / que la gente es más triste bajo este sol / que ya son muchos los que están tragando tierra / y tú ganando guerras en televisión / quiero decir aquí no hay petróleo / pero no puedo sonreír / Sé que hay un águila volando en Pumalín”. Pero es la misma desconfianza que se merece el agresor de mujeres (aludido en “Rompe el silencio”) y que demuestra que Fernando Ubiergo podrá ser un hombre de paz, pero no por eso un cantautor apaciguado.

Marisol García C.

Fernando Ubiergo, “La sombra del águila” (2003, Warner)

1.La próxima estación, 2.Ojos mojados, 3.La sombra del águila, 4.Bardo, 5.Rompe el silencio, 6.El otro cielo, 7.Atrapasueños, 8.Y sin embargo se mueve, 9.Oriente, 10.Yo tuve una vida, 11.Zampa pa´ no llorar, 12.Los guerreros del mar. 13.Fragmento.

Duración: 50:52

Todas las canciones, letra y música de Fernando Ubiergo.

Intérpretes: Fernando Ubiergo (voz y guitarra), Felipe Llanos (guitarra), Camilo Salinas (piano, acordeón, órgano), Fernando Julio (contrabajo), Felipe Candia (batería), Miguel Cancino (guitarra eléctrica), Óscar Veliz (piano), Ángela Acuña (cello), Carlos do Santos (viola), Ignacio Díaz (guitarra) Catalina Bono (voz en “Ojos mojados”).

Producción: Fernando Ubiergo
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