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Permission to land

17 de Agosto de 2007 | 01:14 |
Permission to land

Éste puede ser perfectamente uno de esos grupos que caen mal de presencia. Un elemento clave para ello es estar conducidos por una voz que -si no se le toma simpatía de inmediato- resulta especialmente irritante. Sin embargo, la potencia de los riffs y las pegajosas melodías inspiradas en el rock de los ochenta terminan por conquistar, haciendo posible incluso disfrutar de los falsetes pseudo operísticos del cantante. Ése es el momento en el que se llega a comprender el gran éxito en su país del debut discográfico de esta banda inglesa integrada por Justin Hawkins (voz, guitarra y teclados), Dan Hawkins (guitarra), Frankie Poullain (bajo) y Ed Graham (batería). Con su particular sentido del humor han logrado llevar el cliché rockero a su máxima expresión, incluyendo, por cierto, maquillaje y trajes de lentejuelas.

Muchos pensarán que este “revival” de glam rock corresponde a una estrategia comercial por parte de la industria musical, pero la verdad es que este cuarteto británico ya lleva tres años tocando en cuanto escenario existe. Hace un tiempo atrás, nadie daba un peso por este grupo, a tal punto que ellos mismos tuvieron que costearse la grabación de su primer disco Permission to land. Ahora tienen una multinacional apoyándolos y eso ciertamente ha acrecentado el mito que se está tejiendo alrededor de los hermanos Hawkins y compañía, quienes el pasado 17 de febrero acapararon la atención de la prensa al recibir tres estatuillas en los Brit Awards.

El disco comienza con “Black shuck”, una de las canciones más potentes del disco con un riff al más puro estilo de Angus Young. En “Growing on me”, Justin descansa un poco de los falsetes, que sólo aparecen a ratos, y resulta muy agradable escuchar como suena normalmente su voz. Luego viene el gran éxito mundial “I believe in a thing called love”, un tema pegajoso y muy entretenido, que a ratos tiene mucho de Queen. “Love is only a feeling” es una balada que tiene una melodía llena de contrastes y que se pasea por un amplio registro. Los punteos de la guitarra sobresalen mucho y eso mezclado con los coros da un resultado muy interesante. “Givin´ up”, con su cansador estribillo, y “Stuck in a rut” son los temas más débiles del disco. “Holding my own” es una clásica balada rockera. La melodía, la guitarra y los coros interactúan y se intercalan en una estructura dramática que recuerda a los mejores ejemplos del género. Una canción muy hermosa.

En suma, Permission to land, es un disco con unas armonías y un sonido muy típico del metal ochentero, guitarras que recuerdan a Kiss y AC/DC, y unos falsetes teatrales que evocan de alguna manera al incomparable Freddie Mercury.

Después de esta descripción uno podría pensar que, musicalmente, esta banda no ofrece nada nuevo. Y es cierto. The Darkness no están aquí para inventar nada, sólo están tratando de revitalizar el rock & roll. Dentro de la prensa británica, hay quienes incluso los han tildado como salvadores del rock, aunque eso al final parece exagerado. Mas apegado a la realidad resulta reflexionar que hace tiempo las corrientes musicales se han olvidado de la esencia del rock: ésa que es pura energía, fuerza y rebeldía, pero sobre todo alegría y ganas de querer vivir. A principios de los ‘90, el desencanto y pesimismo se instaló con el grunge, luego vino toda una generación de música depresiva, para dar paso a la furia de los iracundos sonidos saturados del “Nu” metal. Pero el rock no ha muerto, sólo le faltaba un poco de parranda y es justamente eso lo que nos ofrece Justin Hawkins cuando se pinta a lo Poison, se viste como Steven Tyler y salta igualito a David Lee Roth. The Darkness nos recuerda que el rock también puede tener sentido del humor.

Nicole van Baal F.


The Darkness, “Permission to land” (2003, Atlantic/Warner Music)


1. Black shuck, 2.Get your hands off my woman, 3. Growing on me, 4. I believe in a thing called love, 5. Love is only a feeling, 6. Givin’ up, 7. Stuck in a rut, 8. Friday night, 9. Love on the rocks with no ice, 10. Holding my own.
Duración: 36:75.
Intérpretes: Justin Hawkins (voz, guitarra y teclados), Dan Hawkins (guitarra), Frankie Poullain (bajo), Ed Graham (bateria.

Producción: Pedro Ferreira.
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