EMOLTV

Forgotten songs

17 de Agosto de 2007 | 01:14 |
Forgotten songs

“Forgotten songs”. Dawn Upshaw (soprano), James Levine (piano). Sony, SK 67190 DDD, 1997.

Así como Monteverdi con Rinuccini, el nombre de Claude Debussy (1862-1918) está unido indisolublemente al de poetas “malditos” como Verlaine y Baudelaire. Pocas veces en la historia de la música palabra y texto estuvieron tan relacionados como sucede en el primer Barroco italiano y en los inicios del siglo XX francés.

Es por eso que cuando se habla de la mélodie, la canción francesa culta, no podemos olvidar la poesía que le sirvió de inspiración. Muchos aseguran incluso que la obra de Debussy fue influida de manera más profunda por la estética de sus coetáneos literarios que por los músicos del mismo período. Su nueva dirección tonal y también la distancia que tomó del lenguaje armónico del siglo anterior tienen un correlato amplio y acabado con lo que sucedía en las letras.

Es ese mundo el que acertaron en registrar James Levine (aquí como pianista de rara sutileza y no como grandilocuente y metálico director) y la soprano estadounidense Dawn Upshaw, dueña de un material claro, plateado y ágil, perfecto para este tipo de música, y cuyas ideas interpretativas se ajustan tan bien al paisaje sentimental descrito, con sus tonos decadentes y su necrofilia.

Todo comienza con el “Recueil Vasnier” (1882-1884), el libro de canciones que Debussy compuso para la soprano Marie-Blanche Vasnier, cuyo tipo de voz corresponde a las características de Dawn Upshaw. Ya en estas obras se observa el camino que seguiría la obra vocal de Debussy, pero es en las “Ariettes oubliées” donde el compositor de “Pelléas et Mélisande” está completo y el canto adquiere una cercanía radical con el recitado. De estas obras, compuestas para la hermosa Mary Garden (su primera Mélisande) destaca el célebre “C’est l’extase langoureuse” (texto de Verlaine), que recuerda la fatiga después del sexo, en versión lenta y acariciante de Dawn Upshaw. También está ahí “Spleen” (Aquarelle) con su depresivo recuerdo del mar demasiado verde y el aire demasiado suave... El disco termina con los cinco poemas de Charles Baudelaire, seleccionados de “Les fleurs du mal”, donde la voz forma parte de un engranaje sonoro superior, que no pocas veces recuerda a Wagner en su obsesión por los motivos. Atención especial para “La mort des amants”.

Juan Antonio Muñoz H.