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Dear Heather

17 de Agosto de 2007 | 01:14 |
Dear Heather

En septiembre pasado, Leonard Cohen se convirtió en la primera figura asociable al rock originario (el de la década de los sesenta, digamos) en cumplir 70 años. Es más viejo que Dylan, que Richards y que McCartney; y el disco que ahora publica puede resultar una prueba experimental para comprobar qué tan subversivo puede seguir siendo un disidente musical cuando ha llegado a la Tercera Edad. Dear Heather avanza un poco más por el luminoso sendero abierto hace pocos años por Bob Dylan con su Time out of mind, un álbum en el que el rock demostraba no ser incompatible con el balance biográfico, la reflexión sobre las oportunidades perdidas, la muerte que se viene y la vida que se va. En los descuentos de una existencia marcada por la poesía, las mujeres, el budismo y la música (apostamos que en ese preciso orden), Cohen no teme presentar ahora canciones que huelen a despedida, y que dejan al auditor pasmado, mientras él sigue cantando como siempre: tranquilo y sabio.

Es éste un disco de reforzado cuidado en los textos, lo que es mucho decir tratándose del compositor de "Suzanne". Cohen ha musicalizado un poema de Lord Byron ("Go no more a-roving") y otro de un antiguo profesor suyo de Literatura ("Villanelle for our time"), dejando también espacio para una suerte de remedo beatnik ("Morning glory"). Las otras nueve canciones siguen la estructura de tales, con reflexiones recurrentes en torno a las mujeres que acompañaron o podrían haber acompañado su vida, los temblores que ellas le produjeron, las cosas que nunca les dijo. En "The letters", Cohen canta sobre aquellas cartas de amor que se entienden cuando ya es demasiado tarde, y en "There for you" sostiene la lealtad de un amor que trasciende incluso los devaneos vitales ("Un cuerpo, que creí mío / lo vestí de árabe / lo vestí de judío / Y bajo la máscara de ironía / siempre estuve ahí para ti").

Incluso la excepción a lo erótico es, de algún modo, una canción de amor: porque Cohen ama la ciudad a la cual le canta "On that day" ("¿Qué hacías / el día en que hirieron Nueva York?"). Pero el peso apabullante de este disco nocturno, calmo, de arreglos austeros, es aquel amor que merece revisarse incluso en el ocaso. Cohen nunca fue un gran cantante, y sus opciones de arreglos muchas veces se alejaron de la justa medida. De su garganta sale ahora poco más que un susurro, del que uno se distrae por las poderosas voces de las dos cantantes invitadas (una de las cuales, Sharon Robinson, también fue protagonista de Ten new songs, hace tres años). Los timbres instrumentales parecen no seguir una guía definida, y tanto pueden colar un poco oportuno solo de saxo, como contentarse con una guitarra acústica y un teclado Casio. Como buen poeta, Leonard Cohen comprende la esencia del "ser iconoclasta", y la despliega en este disco de un modo inigualable. No se nos ocurre ahora una razón más poderosa para que alguien vaya a inscribirse de inmediato a un curso de inglés. Una canción como "Because of" sería el mejor gancho para que una institución como el Instituto Chileno-Norteamericano reclutara miles de nuevos alumnos:

"Debido a unas pocas canciones,
en las cuales hablé sobre su misterio,
las mujeres han sido excepcionalmente amables
con mi edad avanzada.

Se hacen un secreto espacio
en sus ocupadas vidas.
Se desnudan
de diferentes modos,
y dicen:
«Mírame, Leonard.

Mírame por última vez».
Y entonces se doblan sobre la cama
y me cubren,
como a un niño que tiembla
".

Marisol García C.

Leonard Cohen, "Dear Heather" (2004, Columbia/Sony)


1.Go no more a-roving, 2.Because of, 3.The letters, 4.Undertow, 5.Morning glory, 6.On that day, 7.Villanelle for our time, 8.There for you, 9.Dear Heather, 10.Nightingale, 11.To a teacher, 12.The faith (en vivo).

Duración: 49:20.

Voces invitadas: Sharon Robinson y Anjani Thomas.

Producción: Leanne Unger, Sharon Robinson, Anjani Thomas y Ed Sanders.