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Doble viaje

17 de Agosto de 2007 | 01:14 |
Cuando no luce una cabellera afro, Agustín Moya aparece en el escenario con el cráneo rasurado. O casi totalmente rasurado. Siempre, eso sí, mantiene vivo un moustache que lo hace parecer bastante mayor de lo que es. Pero no sólo su apariencia física de pronto nos confunde si observamos desde distancia una de las voluminosas performances de aplanadora que el tenorista acostumbra a ofrecer todas las semanas en los clubes de la ciudad. Su estatura como solista autónomo, su empaste con los músicos de los jazztets en los que milita, su forma de plantear de heads (por muy standards que sean), y su manera de desarrollar siguientes y subsiguientes dentro del cuadrilátero encordado, y sus estimulantes composiciones, nos hablan de un músico con muchos kilómetros recorrido (Y eso que sólo tiene 24 años). Un solista casi entero. Si lo fuera, no estaría escuchando tantos discos actuales con Chris Potter a la cabeza como lo hace hoy. Agustín Moya no es uno de los más cotizados saxofonistas tenor del medio. Es uno de los músicos más cotizados del medio.

Si la pianista chilena Carmen Paz González nos sorprendió absolutamente con su álbum Petites històries, compuesto, grabado y editado en Barcelona, con Agustín Moya ocurrió todo lo contrario: Doble viaje era uno de los discos de jazz más esperados del año. Pero no aparecía nunca (ineficiencias de la pequeña empresa indie). Sus composiciones sonaban desde hace un año en todos los escenarios posibles. Desde el Club de Jazz hasta el Festival Providencia Jazz 2005, donde adelantó al público que pronto llevaría al disco una música que es como un mamporro en pleno rostro y sin posibilidad de reacción. Doble viaje ha sonado tantas veces en los clubes que incluso hay ocasiones en que no sabemos si piezas como "Cielo verde" o "Duende" corresponden a standards de algún otro músico-estrella del bop contemporáneo con base en el Village. Tan incorporadas al disco duro están las melodías y las dinámicas apariciones que muy fácilmente podemos llegar a confundirnos. Pregunta: ¿Es el cuarteto de Kurt Rosenwinkel el que suena? Respuesta: No, es el cuarteto de Agustín Moya.

Ocurre también con "Johnny Collins", el nombre de un saxofonista que, si existiera, sería más grande que Charlie Parker. Más allá de que sea el nombre de un drink de algún bar donde se toca jazz, Johnny Collins es Sonny Rollins y John Coltrane al mismo tiempo. Un tributo entre las líneas a dos de los músicos que ningún saxofonista o melómano del bop puede dejar pasar. Menos alguien como Agustín Moya. Tampoco los sidemen que escogió para iniciar la bitácora del viaje que hoy lo pone en boca de todos: el guitarrista Nicolás Vera (líder de sus propios trío y cuarteto), el contrabajista Pablo Menares y el baterista Félix Lecaros (dos tipos de alta tasación que se ganan el dinero en el escenario, por eso se les puede escuchar en vivo todas las semanas).

Agustín Moya ha dejado atrás sus años de prehistoria. De las filas de la Conchalí Big Band a la factoría de Marcos Aldana. Del quinteto de Roberto Lecaros, al sexteto de Pablo Lecaros. Del grupo acid jazz Alüzinati, al conjunto de Sebastián Duplaquet. Y de la pequeña orquesta Ensamble Quintessence a su propio cuarteto post-bop. Moya hace las maletas y parte de viaje. Sin rumbo conocido, pero al menos con la certeza de que no regresará con las manos vacías, porque éste está planteado como un viaje doble. Es la evidencia de que el jazz chileno va en busca de algo. Podrá estar equivocado o no, pero al menos apuesta sus fichas y nos obliga a seguir asistiendo a los clubes. Para ver en acción a tipos como Agustín Moya.

Íñigo Díaz

Agustín Moya, "Doble viaje" (2005, Pez).

1. Doble viaje, 2. Cielo verde, 3. Johnny Collins, 4. Belén, 5. Duende, 6. Sis-tema.

Personal: Agustín Moya (saxo tenor), Nicolás Vera (guitarra), Pablo Menares (contrabajo) y Félix Lecaros (batería)

Producción: Christian Gálvez, Rodrigo Gálvez, Cristóbal Barrientos y Agustín Moya.
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