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(Té, papaya y completos)

28 de Agosto de 2007 | 17:15 |
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Philipina Bitch es un dúo de la sureña Concepción que debuta con este disco al mismo tiempo incipiente y ambicioso. Sebastián Orellana y Felipe Ruz se iniciaron en el colegio y empezaron a grabar en 2006, con gustos comunes entre el rock psicodélico de los Pink Floyd tempranos, los Beatles y sus coterráneos de Los Tres, como se oye a lo largo de la pequeña feria de sonidos que es su primer disco.


Ya en tercer lugar se oye "No miro nada más", una canción folk con guitarra y armónica, pero ahí empieza –y termina– la inclinación del dúo por escribir canciones convencionales. Diecisiete de las diecinueve pistas son cosas tan variadas como una introducción de piano, interludios instrumentales, acordes de guitarra eléctrica, un pajarito mecánico sobre un vals en acordeón, pequeños trances de tambores, once minutos algo más dramáticos de piano osbtinado con diálogos y efectos de sonido. Justo antes de un rasgueo folk con letra en inglés se oye un vals en chileno llamado "Caracolito", y la guitarra de "Te doy mi almuerzo" algún aire tiene de Roberto Parra. A veces Philipina Bitch canta o invita a amigos a cantar, en melodías como "Oh amigo Bruno", "Bailo lejos del tambor" y "La vecina me gritó" que duran casi lo mismo que uno demora en anotar sus títulos.


Muy a tono con la música, el CD viene en un envoltorio artesanal con papeles de distintas texturas y pintado a mano por los artistas Vadim Strika y El Colectivo de la Ocasión asociados al grupo. Desde el objeto hasta las canciones, (Té, papaya y completos) es sobre todo un ejercicio de libertad creativa aplicado a un empleo natural de los instrumentos, de la voz y de la letra que deja aquí sus primeros trazos, varias veces evocadores de un posible paisaje sureño imaginario o real. Hace doce años otro grupo de Concepción pasó un día en el ático y grabó en un disco todo lo que encontró allí, como consta en el nombre del tercer álbum de los Santos Dumont. Hoy el baterista de los Santos está tras el sello que edita a Philipina Bitch, un dúo que como pocos parece venir saliendo de su propia temporada en el ático, y que también grabó en este disco todo lo que encontró ahí.

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