LOS ANGELES.- La escritora Isabel Allende rompió el silencio que se impuso tras la muerte de Augusto Pinochet en diciembre de 2006, porque no se "regocija con la muerte de otro, aunque sea un enemigo", pero lamentó que falleciera con "toda impunidad".
"Ahora que ha pasado algún tiempo, puedo decir que lamento que Pinochet muriera con toda impunidad, sin haber pagado por sus crímenes ni devuelto el dinero que le robó a Chile", dijo la escritora que en 1975 se exilió en Venezuela, donde inició su carrera.
"No soy el tipo de persona que se regocija con la muerte de otro, aunque sea un enemigo. Pienso que Pinochet tiene familia, hijos y nietos que lo admiran y lo quieren y no me corresponde salir en los periódicos hablando contra el difunto cuando lo están velando", apuntó en un comentario por correo electrónico.
Cuando Pinochet murió el 10 de diciembre pasado, a los 91 años, la escritora no reaccionó, entre otras cosas, porque estaba "concentrada escribiendo su último libro", dijo entonces su asistente.
Aunque en ese momento afinaba su obra "La suma de los días", una recopilación de episodios familiares y también de reflexiones sociales, Allende aclaró que la muerte de Pinochet no está en el libro.
Alejada de su "país inventado"
Desde 1988 Allende vive junto a su esposo estadounidense en San Rafael, un lugar tranquilo en las afueras de San Francisco, en California, y viaja a Chile frecuentemente para visitar a su madre: "mi compañera inseparable, mi confidente y la receptora de mis cartas diarias", como la describió.
Pero tal como lo ha mencionado en "Mi país inventado", entre otros libros, añora un país al que en alguna ocasión definió de "mojigato", y que le extraña que tenga hoy como Presidenta a una madre soltera y agnóstica.
"Chile es un país progresista en lo político, la prueba es que en 1970 eligió democráticamente al primer Presidente marxista, Salvador Allende, y ha sido gobernado por una coalición de partidos de centro y de izquierda desde 1989 hasta el presente", afirmó.
"Sin embargo, Chile es un país muy conservador en lo social y la Iglesia Católica ejerce una gran influencia. El que Michelle Bachelet sea socialista no es extraño, mucho más es que sea madre soltera y agnóstica", opinó.
La escritora de 65 años, cuyos libros han vendido más de 40 millones de ejemplares en todo el mundo con traducciones a 27 idiomas, es seguida con admiración por lectores de cualquier lengua, pero en Chile es una de las más odiadas por sus pares, que se niegan a aceptar que su éxito de ventas sea fruto de una literatura de calidad.