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"Mirageman" se quitó la máscara en su aplaudido estreno en Valdivia

Marko Zaror, protagonista de la cinta, no pudo contener las lágrimas de emoción ante el aplauso cerrado que recibió la película que lo reunió con Ernesto Díaz Espinoza. Ambos hablaron con Emol en las mismas butacas donde fueron aplaudidos.

08 de Octubre de 2007 | 09:59 | Felipe Vásquez, enviado especial a Valdivia

VALDIVIA.- Emocionado, con algunas lágrimas en los ojos y sus puños apegados en una especie de plegaria de agradecimiento, ensimismado en su butaca. Así está “Mirageman”, el primer superhéroe del cine chileno, emocionado ante la ovación que los presentes le ofrecen desde las galerías del Teatro Cervantes, en el marco del Festival de Valdivia.


La película dirigida por Ernesto Díaz Espinoza y protagonizada por Marko Zaror obtuvo el máximo premio que podía recibir en el certamen: una felicitación tan eufórica que incluso emocionó hasta hacerle derramar algunas lágrimas al “Dragon Latino”. La reacción del público fue un alivio para los creadores de la cinta, que por primera vez la mostraban en su flamante formato de 35mm y ante un público “exigente” como el de Valdivia.


“La película transpira chilenidad en todo momento. En (el Fantastic Fest de) Texas engancharon con todo el tema de los superhéroes, pero no captamos si habían entendido lo chileno y el reflejo social que muestra la película. Y acá nos dimos cuenta que funcionaba y que se podía ver Chile en una película de superhéroes”, comentó Díaz una vez finalizada la función.


La versión de Zaror, quien satisfizo a decenas de fanáticos que le pedían fotografías con su ya característica máscara azul, sigue la misma línea. “Llegar a un Festival de Valdivia, donde la gente está acostumbrada a ver buen cine y vienen películas de todas partes del mundo, para mí fue algo muy fuerte. Para mí, cada película y cada proyecto que hago tiene un significado muy fuerte, entonces ver a la gente así de contenta es demasiado”, explicó.


Las dos mentes detrás de este nuevo superhéroe, que recién el próximo año llegaría comercialmente a las salas nacionales (y también a Estados Unidos), hicieron un paréntesis a su efusividad tras el buen recibimiento que los abrazó en la Región de los Ríos para conversar con Emol.


¿Cuál fue el punto de inicio para crear la primera película de un superhéroe chileno?
Díaz:
“Con Marko teníamos la idea del superhéroe hace tiempo, pero era el concepto de Marko enmascarado, no más desarrollado que eso. Inspirado en el Spider-Man de los años setenta, la serie de televisión, que estaba muy mal hecha. También en Santo, que es un superhéroe mexicano que no tiene superpoderes. Y yo tenía ganas de hacer algo más libre, con cámara en mano, tipo Nueva Ola francesa. Es lo que yo esperaba que fuera mi primera película y me quería sacar eso de encima. Y me acuerdo que ahí salió la frase de Marko ‘este es un superhéroe low-budget’ y ahí todo calzó: estilo neorrealista con un superhéroe. Y ya eso era algo nuevo, porque todas las películas de superhéroes son con presupuestos gigantes y todo espectacular. Y acá era todo lo contrario. Eso fue lo que nos motivó a que teníamos que hacerla sí o sí. Y podíamos empezar al tiro, porque era agarrar la cámara y a la calle”.


Ambos de alguna forma lograron fusionar sus distintas influencias para crear una propuesta nueva.
Zaror:
“Yo creo que es la única explicación para la reacción de la gente. Yo he visto películas de artes marciales toda mi vida y soy artista marcial. Para mí, siempre fue difícil llevar a mi polola al cine a ver películas de karate, era imposible. Por otro lado, Ernesto tiene su pasión por el cine: las películas y su historia. Entonces al juntarnos se formó un equilibrio entre lo que a mí me gusta, acción y peleas bien exigentes, con lo que da Ernesto, con buena historia y que tenga sentimiento. Entonces antes era difícil hacer que una persona a la que no le gustan las artes marciales se sentara a ver la película. Y por otro lado, tienes películas con acción o sin escenas de acción tan bien desarrolladas en ese ámbito, entonces la gente que le gustaba ese tipo de películas no las iba a ver”.


Además de sus realistas peleas y aspectos cómicos, la película ofrece algunas críticas, por ejemplo, a los medios.
Díaz:
“Hay algo espontáneo. Nunca dijimos ‘hagamos una crítica a esta cosa’. El lema que seguimos durante la película -que fue muy improvisada, teníamos un guión de 30 páginas- fue ‘qué pasaría en Chile si este personaje realmente existiera y vayamos así armando la historia hasta el final’. Y así se fue dando la película, que se filmó en tres semanas”.


Tanto “Kiltro” como “Mirageman” serán distribuidas en Estados Unidos, pero hay un acuerdo para una tercera película. ¿Ya tienen clara alguna idea de lo que será?
Zaror:
“No, la otra todavía no. Estamos recién viendo qué está pasando con esto (‘Mirageman’). Tenemos algunas ideas ya, pero más bien sabemos que tenemos el compromiso para hacer la otra película. Estamos recién en desarrollo para presentar las ideas a los productores y a los distribuidores, para decidir qué camino seguir”.
Díaz: “Quieren rodar acá en Chile”.


¿Qué hay sobre la posible secuela de “Kiltro” de la que se ha mencionado?
Díaz:
“Existen 20 páginas de guión, la idea de la secuela existe. Y de ‘Mirageman’ también hay cosas escritas. Por lo menos yo siempre tengo ganas de hacer algo totalmente distinto, por eso ‘Mirageman’ es tan distinta a ‘Kiltro’ en lenguaje y en muchas cosas. Ahora queremos hacer algo diferente y quizás cuando queramos volver a ‘Kiltro’, lo haremos”.

Luego de deambular en exhibiciones por Norteamérica, “Mirageman” aterrizó en nuestro país y en el Teatro Cervantes de Valdivia develó varios de sus secretos que eran una intriga desde la temprana difusión de su trailer a través de Internet.

La cinta es una mezcla de géneros donde las impresionantes escenas de peleas –sin cableados ni retoques-, se entremezclan con una tónica cómica que rápidamente contagia al público. Este último punto queda reflejado en lo difícil que se hace la tarea de “Mirageman” por hacer el bien, cuando ni los delincuentes, ni la prensa ni el público lo toman en serio. Con la excepción del autodenominado “pseudo-Robin”.

La manipulación y el sensacionalismo son aspectos que confunden la noble tarea del paladín azulado, motivado por los beneficios que sus heroicos actos significan para su hermano menor, traumatizado y recluido en una institución siquiátrica.

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