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"La trova no es para élites"

El trovador español presenta su octavo disco, Sueños de un hombre despierto, y de paso cuenta qué es lo que no le gusta de Internet y de la radio.

11 de Octubre de 2007 | 16:54 |
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Ismael Serrano: "Cantar para remover las conciencias es muy vanidoso. La música para lo que sirve es para crear espacios de encuentro", dice el cantante español.

Foto: Universal Music.

Frases como "otro mundo es posible" o "abrir ventanas a la esperanza" (dos veces) aparecen solas en la conversación con Ismael Serrano, el más adelantado de la nueva generación de cantautores españoles, que acaba de sumar un nuevo argumento a la cruzada. El cantante está estrenando su nuevo disco, Sueños de un hombre despierto, lanzado el 11 de septiembre pasado en España y ya disponible en Chile.

-¿Fue casual el lanzamiento en esa fecha?
-Fue una coincidencia -dice, de paso por unos días en Chile para presentar el disco-. Pero bueno, en una fecha trágica como el 11 de septiembre, por varios motivos, uno de ellos el golpe de Estado, no está mal salir con un manojo de canciones que pretenden abrir ventanas a la esperanza, ¿no? Canciones que inviten a soñar con mundos mejores.

Con la canción "Casandra" como single, éste es el octavo disco de Serrano tras la regular seguidilla de Atrapados en azul (1997), La memoria de los peces (1998), Los paraísos desiertos (2000), La traición de Wendy (2002), Principio de incertidumbre (2003), Naves ardiendo más allá de Orión (2005) y el recopilatorio El viaje de Rosetta (2006).

-Yo creo en un concepto de disco que se está perdiendo, que es el disco como algo conceptual -plantea-. Por eso me gusta coger un título que resuma la idea. Ahora que se está imponiendo el consumo de canciones por Internet y la gente se baja una canción de un artista y otro, el concepto de disco resume el momento creativo en que está uno.

-¿No es una idea más romántica, que se está perdiendo?
-Pero es que de verdad es así. Salvando las distancias, ocurre del mismo modo con la poesía. Cuando un poeta edita un libro de poemas, forman un conjunto y reflejan un momento. Internet y la fórmula radiofónica imponen un modelo de consumo basado en la canción. Pero finalmente un cantautor no debería basar su carrera en un hit radiofónico, en un momento televisivo, sino en algo que se va construyendo con el tiempo. A lo mejor esa idea del concepto de disco no es tanto una cosa romántica sino se refiere a otra forma de entender el oficio, como una mirada a largo plazo.

Casandra o la opinión pública

El de Sueños de un hombre despierto es un título basado en la afirmación atribuida a Aristóteles sobre que la esperanza es el sueño de los hombres despiertos. Y no es el único griego clásico que Serrano trajo a colación en su disco.

-Me di cuenta de que en varias canciones aparecen mitos griegos. Ícaro escapando de una isla, Sísifo empujando una piedra a lo alto de la montaña, y Casandra. Por lo general estos mitos aparecen para ser redimidos del destino a que los condena su condición de mitos.

-¿Por qué elegiste a Casandra como la primera canción del disco?
-En el caso de Casandra también la redimo. Casandra era capaz  de predecir el futuro con certeza, pero nadie le creía. Y al final del disco alguien sí cree en ella. Y yo trato de hacer un paralelo entre la figura de Casandra y la opinión pública de la sociedad en que vivimos, que va muy a menudo por delante de la clase política a la hora de prever lo que puede ocurrir. El ejemplo más claro es la guerra de Irak, cuando la gente sabía que el mundo no iba a ser un lugar más seguro, que los iraquíes no iban a ser más libres, y también ocurre cuando la gente sale a la calle a demandar que otro mundo es posible, o incluso con el cambio climático, que la gente es capaz de ir por delante de los dirigentes y exigir que por fin nos sincronicemos con el mundo que habitamos.

-¿Entonces al final se te ocurrió citar a Aristóteles?
-Me di cuenta  de que aun cuando retratara una realidad dura, siempre había un empeño por abrir ventanas a la esperanza, tanto en "Canción para un viejo amigo" como en "Casandra" o en la "Nana para un niño indígena".

Mercedes y la espiral chilena

-¿Esa canción tiene que ver con Latinoamérica?
-Sí, hay una mirada clara a Latinoamérica en "Nana para un niño indígena" y en "Zamba del emigrante".

-Que de hecho está grabada con Mercedes Sosa.
-Yo quería escribir una zamba casi como un ejercicio de estilo, investigar en ese ritmo tradicional latinoamericano. Me puse a escuchar zambas de (el compositor uruguayo Alfredo) Zitarrosa y tal, y di también con algunas zambas cantadas por Mercedes Sosa. Y mientras construía canción, en las armonías y la melodía pensaba en la voz de Mercedes Sosa, me venía la voz de ella y la reconocía perfectamente.

-¿Tú la invitaste a grabar?
-Le mandé la canción. Porque no nos conocíamos personalmente. Le mandé la canción con la esperanza de que le gustara y me dijo que sí. Y la verdad es que encontró un hueco, porque dentro de lo delicada que está de salud no para de trabajar. Lo grabamos por separado porque nos fue muy difícil adecuar las agendas. Pero luego estuve con ella en su casa en Buenos Aires.

-¿Y está la posibilidad de cantarla juntos?
-No lo hemos hecho y me encantaría, eso sí que sería un sueño. Pero vamos, con todo y con eso que me quiten lo bailado. Escuchar en su voz una canción mía pues es de esos regalos que trae la vida.

-A propósito de Latinoamérica, ¿cómo ves tu relación con Chile?
-Llevo visitando este país desde el '97. Es como se construyen las relaciones de amistad: dándoles continuidad. La primera vez que vine fue en aquel concierto en el Estadio Nacional por el Che Guevara. La siguiente vez hicimos una pequeña gira por universidades, en un contacto muy directo con la gente, y luego hemos ido dando conciertos en los teatros Oriente, Víctor Jara, Caupolicán.

-¿O sea ahora viene la Quinta Vergara?
-No, no, esto no quiere decir que empiece un espiral. Se trata de asumir todo con naturalidad. El caso es no hacer concesiones y cantar lo que uno quiere. Todo el que sube a un escenario fundamentalmente lo que quieres es sentirse acompañado. Nunca he creído que la canción de autor o la trova sea un género para élites. Yo siempre he hecho la música y he dicho lo que he querido, he sido explícito en mis convicciones, hasta en lo político y lo ideológico.

-¿En la trova existe el prejuicio contra ser comercial?
-Son prejuicios absurdos. Silvio Rodríguez, que en este país es el paradigma del trovador, por así decirlo, es un tipo que toca en el Estadio Nacional delante de setenta mil personas y nadie pone en duda su valor como músico. En esta vida hay que asumir con naturalidad todo: el fracaso y el éxito también. Lo que sucede es que a veces es más difícil recuperarse del éxito que del fracaso, según qué persona. Creo que el fin último de la música es crear espacios de encuentro. Cantar para remover las conciencias es muy vanidoso. Yo no canto para remover las conciencias de la gente. Si lo consigues, maravilloso, pero yo no compongo canciones con ese fin. Yo creo que la música para lo que sirve es para crear espacios de encuentro, entre gente que comparte un sentimiento, algunas preguntas, la discrepancia, ciertos sueños. Lo demás es superfluo.

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