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El exorcista

El ex Gondwana dejó el pop y las baladas para regresar con un disco luminoso y de raíz. En cada una de las trece canciones Jamaica respira y palpita. El reggae, el folclor isla, como una irresistible plataforma para el mensaje de Dios.

18 de Diciembre de 2007 | 14:53 |

Quique Neira se ve tan feliz en persona como en la cubierta de Jah rock (2007), su nuevo disco, editado por Oveja Negra. O mejor dicho “pleno”, “radiante”, “satisfecho”. Es difícil precisar los matices cuando sacas un álbum y realmente te gustó el resultado. —Suena exactamente a como lo tenía en mi cabeza —dispara desde la ScD de Bellavista— “quiero escucharlo todo el rato”. Lo dice con la misma convicción con la que explica su título: “Tengo un pacto con Dios: mencionar su nombre en las canciones”.

No significa que el discurso de Neira sea como el de esas señoras afiebradas que te hablan en la Plaza de Armas dispuestas a convertirte a su religión. Al contrario. Éste es su particular “disco-exorcismo”, donde la espiritualidad rasta (de innegable raíz judeocristiana) ilumina sus trece temas brillosos y vitales, cuyo mensaje se aprovecha de la irresistible cadencia de la música jamaicana.

“El disco se fue manifestando solo. La letra de la canción que le da título me salió en el estudio, sin tenerla escrita”,  dice. Al compositor se le dan bien estos “milagros”: en la exitosa “Cosas buenas” (de su disco Cosas buenas, 2005) también le sucedió. Quique Neira se despertó, bajó al estudio que tiene en su casa de Batuco y la grabó. De ahí directo al disco. “Al final uno es sólo un instrumento de la divinidad. Este disco es un reencuentro con la música de raíz, después de mi paso por el pop, que me gusta mucho. En su momento la gente dijo que yo era populista, pero no me interesa discutirlo. Estoy decidido a dejar que los perros ladren”.

Parte de la religión

A principios de esta década junto a Gondwana, su ex banda, Quique Neira “nacionalizó” el reggae, transformándolo en un fenómeno ultramasivo que llenaba estadios y aparecía en la televisión.

“Hubo mucho de moda y eso no está mal. Ojalá se pusiera de moda de nuevo. Dios quiera. Este estilo tiene un público cautivo, pero también la idea es llegar a más gente. Ahora no tengo relación con la banda. Solo sé que siguen tocando mis canciones”, dice con orgullo, pero sin querer ahondar más. Debe darle lata.

La misma lata que debe darle cuando tenía que explicar aquello de que ser rasta no es solamente fumar marihuana. “La fe es un asunto personal, donde nadie se puede meter. Se ha reducido en el tema de la yerba, aunque me gusta discutirlo, porque necesitamos una buena legislación. No por fumarse un pito vas a ser un drogadicto, así como el que bebe alcohol no es un alcohólico".

La dicotomía entre la espiritualidad y lo material de ser un artista con sello, Neira ya la tiene resuelta. “El equilibrio debe ser ecuánime. Un artista necesita herramientas para expresar lo espiritual: los estudios, la tecnología y alguna forma de poder difundir el buen mensaje a la gente”.

Jamaica reggae

En los estudios Lion & Fox de Washington DC, Quique Neira se alegró al comprobar que sus canciones provocaban efectos incluso en otros músicos reggae jamaiquinos. Así como le interesa que acá su disco se entienda en su total dimensión, también le interesa que algo así ocurra en Jamaica, “porque Jah rock es un disco de profunda raíz jamaiquina”.

-¿Sentiste la carga de replicar el éxito de Gondwana como solista? Después de todo, compusieron hits que todo el mundo se aprendió.
-Lo único que sabía es que si haces un buen trabajo la gente siempre va a volver a escucharte. Hay que tener cuidado con lo que los otros quieren o esperan. A mí me gustó haber hecho discos pop, porque había que recorrer ese camino. Para llegar a San Antonio hay que pasar por Melipilla. Y si mayor gente me conoció por la canción “Cosas buenas”, esos mismos van a escuchar este álbum.

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