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"Aunque nos llamemos de otra manera seguiremos siendo Quilapayún"

El director de una de las dos formaciones del conjunto chileno revisa su reciente gira chilena con la Cantata Santa María, deja lanzado el disco en vivo A Palau y comenta el fallo judicial adverso que su grupo recibió en la pugna por el nombre del conjunto. "Si hubiera que cambiar de nombre, nos cambiaríamos", dice. "Pero eso significaría la muerte del Quilapayún".

24 de Enero de 2008 | 22:40 |

Fue una experiencia extrema la que atravesó el grupo Quilapayún que dirige en Francia el músico Rodolfo Parada a su paso por Chile el mes pasado. Viajaron por dieciséis ciudades para mostrar en vivo la Cantata Santa María de Iquique (1970) con motivo del centenario de la masacre obrera de 1907 que dio origen a esa obra. Pero apenas iniciada la gira se enteraron del dictamen con el que la justicia francesa entregó el uso del nombre de Quilapayún a su contraparte: la alineación reformada en Chile en 2003 por uno de los tres fundadores del grupo en 1965, Eduardo Carrasco.

El punto de equilibrio es el tercer hito del viaje. Tras su paso por Chile, el grupo de Parada acaba de lanzar este mes aquí su álbum A Palau (2003), grabado en el Palau de la Música de Barcelona. Es la conclusión para la que el director del conjunto considera como la mayor gira jamás hecha por Quilapayún en Chile, con fechas en Porvenir, Punta Arenas, Puerto Natales, Temuco, Concepción, Chillán, Viña del Mar, Santiago, La Serena , Antofagasta, Iquique y Arica. "Esto de hacer una gira entera fue como ir abrazando Chile poco a poco", compara. "Abrazando la diversidad chilena".


A la formación del grupo (ver recuadro) se incorporó en el rol de relatora la actriz Silvia Santelices, a quien Quilapayún había conocido en los años de exilio en Venezuela. También se sumaron la violoncellista Paquita Muñoz y distintos coros regionales de las universidades de Chile, de Tarapacá y Arturo Prat de Iquique. "Silvia se demostró como una relatora extraordinara", dice Parada. "Y queríamos tocar con mujeres. El concepto nuestro era romper esta barrera de hombres, en que había hombres en el canto, en el relato, en el violoncello, en el contrabajo. Hacer la Cantata con una mujer".


-¿Cuál fue el significado de retomar la "Cantata" ahora?
-Cantarla en Iquique fue muy emotivo. Cuando la montamos en 1970 ni Luis Advis (el autor), ni Pepe Duvauchelle (el actor Héctor Duvauchelle, relator original del LP), ni nosotros ni nadie imaginaba lo importante que iba a ser esta obra. La Cantata tiene ahora 37 años, y hoy se constituye una coordinadora nacional para conmemorar los sucesos, la Presidencia monta el evento de Iquique, va el ministro del Interior. Fue retomarla en un contexto distinto, y enhorabuena que sea algo popular, porque en 1970 estos sucesos eran totalmente desconocidos".

En espera del disco nuevo


Fue en en Palau de la Música de Barcelona donde Quilapayún grabó A Palau, un registro cruzado por la crisis del grupo en los últimos años. Habían editado los discos Latitudes (1992) y … Al horizonte (1999) cuando el 29 de enero de 2003 actuaron en esa ciudad, meses después de que la partida de Hugo Lagos y Hernán Gómez agudizara la división. En su lugar llegaron Marcelo Véliz y Cristián Goza y el disco fue editado el mismo año por el sello español Picap.


-Es bueno mostrar este disco antes de que salga el nuevo -dice Parada, que tiene prevista para 2008 la edición de un álbum con canciones inéditas-. Porque A Palau pone en cierta medida al día al público con lo último que hicimos. El camino que hemos hecho desde Latitudes, … Al horizonte y A Palau hasta el próximo va a ser una progresión interesante.


-¿Cuál es esa progresión?
-Hay que marchar por una síntesis entre lo que hemos sido y lo que queremos ser. No desvirtuarse respecto de un público que todavía sigue y quiere al Quilapayún con cierta nostalgia. Pero al mismo tiempo innovar no sólo es un derecho, es una obligación.


-¿Por qué lado va esa música nueva del grupo?
-Yo creo que el Quilapayún, primero, no es una experiencia que surgió con un concepto definido de una vez por todas en el año '65. Entre los fundadores Julio Numhauser se lleva todos los honores, porque él fue a buscar a Julio y Eduardo Carrasco y puso el nombre al grupo. Pero la idea inicial ha tenido una progresión conceptual. El primer Quilapayún tomó canciones de la Revolución Española , de los partisanos italianos. El Por Vietnam (su tercer LP, 1968) rompió con un esquema. El grupo no es el mismo después del disco Basta (1969). Mucho menos aun después de la Cantata Santa María (1970), de lo que hicimos con Nguyen Van Troi (el LP Vivir como él, 1971), de Frank Fernández, o de Américas, con Gustavo Becerra (cantata incluida en su LP Umbral, de 1979). Quiero decir con esto que sería un error apropiarse de una conceptualidad del Quilapayún. Decir "El Quilapayún yo fui el que lo hizo", "Yo fui el que tuvo más importancia". Porque es una experiencia colectiva que ha evolucionado, musicalmente, artísticamente, políticamente y profesionalmente.


-¿Cuáles son todas esas distinciones?
-El Quilapayún de comienzos del exilio, cuando éramos todos militantes y lo más importante era agitar la solidaridad (contra la dictadura en Chile), no es el mismo que comienza a profesionalizarse en el año '88, diría, cuando se produce el gran quiebre entre el exilio y (Eduardo) Carrasco se devuelve. Ahí ya el grupo había decaído simbólicamente respecto de la solidaridad, y era necesario un Quilapayún profesional. Y eso es lo que nos dimos como obligación con Patricio Wang. Primero, darse una red más allá de los comités de solidaridad y la gente que nos convocaba. Una red con teatros, casas disqueras, profesionales del espectáculo. Profesionalizarse también significaba cambiar nosotros, ensayar más, ser más perfectos en la interpretación".


-¿Crees que artísticamente el Quilapayún de después de 1988 es "mejor" que el anterior?
-Yo creo que las exigencias que tenemos ahora son mayores. Más no sea porque la música que hacemos ahora es mucho más elaborada que antes.


-¿Y cómo se conecta eso con el disco que viene?
-Va a ser una conexión con … Al horizonte y A palau. Porque el que marca con su impronta la música nuestra ahora es Patricio Wang. En un momento en el exilio fue Eduardo Carrasco, que incluso antes, en la Unidad Popular, hizo algunas canciones. Pero el repertorio nuestro siempre ha sido muy marcado por otros compositores: las que quedan son canciones de Víctor Jara, de Violeta (Parra). Canciones del período del exilio nuestro no queda ninguna, porque eran cosas de tipo contingente. Desde que Patricio entró al grupo en el año '80 nos dimos cuenta de que las exigencias eran mayores.


El fallo: "Tenemos la posibilidad de apelar"


-El reciente fallo de la Corte de Apelaciones de París otorgó el uso exclusivo del nombre Quilapayún al conjunto de Eduardo Carrasco. ¿Cómo va a repercutir eso en ustedes?
-El fallo no es definitivo: todavía tenemos la posibilidad de apelar frente a la corte de casación en Francia. En segundo lugar es una decisión válida para Francia y no el resto del mundo. Y tenemos cierta confianza en que el sustento del fallo es el argumento de que este grupo (el de Eduardo Carrasco) existe desde 1988 en Chile, lo que no corresponde en absoluto a la realidad, porque es gente que se reagrupó en 2003. Todo el mundo lo sabe. Nuestra espera de la casación es demostrar que este fallo está basado en un hecho falso.


-Pero ustedes habían mostrado confianza en un fallo favorable. ¿Cómo asimilan el golpe?
-Bueno, lo tomamos con calma, porque hay una cuestión fundamental que nadie nos podrá quitar nunca: los que aseguramos la continuidad de Quilapayún en los años más difíciles fuimos nosotros. Cuando se fueron yendo unos y otros, los que seguimos haciendo proposiciones creativas, exigentes, de desarrollo, fuimos nosotros. ¿De repente nos van a obligar a cambiarnos de nombre? Por qué no. Pero la historia del Quilapayún también es nuestra. Aunque nos llamemos de otra manera seguiremos siendo Quilapayún.


-¿Consideran esa posibilidad?
-(Pausa) Nosotros queremos seguir siendo artistas. Y nos gustaría seguir siendo Quilapayún porque es la garantía de sobrevivencia de una experiencia creativa en la que todos hemos contribuido, y sobre todo Patricio Wang, Patricio Castillo y yo desde 1988.


-¿Pero llegado el caso se llamarían de otro modo?
-Si tuviéramos que hacerlo, claro. Mientras nos llamemos Quilapayún vamos a hacer progresar un proyecto del que hemos sido artífices y principales promotores en estos últimos años. Si llegado el momento hubiera que cambiarse de nombre, nos cambiaríamos, pero seguiríamos siendo los mismos artistas. Y eso significaría, lo pensamos verdaderamente, la muerte del Quilapayún. En definitiva, si no tuviéramos el nombre significaría la muerte del Quilapayún.


-En esta venida abrazaron a todo Chile, como decías al comienzo, pero también se enteraron de este dictamen adverso. ¿Cómo vas a recordar esta gira al final?
-Yo me voy con un recuerdo fundamental: nosotros fuimos tomados como el Quilapayún de hoy por la coordinadora nacional de la conmemoración del centenario (de los sucesos de 1907) y por la Presidencia de la República como el grupo invitado a Iquique. No es que ellos estén invalidando al otro grupo, simplemente es un reconocimiento al esfuerzo creativo que estamos haciendo. Creo además que, como estuvimos en Chile para este fallo negativo, el aprovechamiento mediático (de la otra parte) ha sido de perfil bajo. Por qué: porque estamos nosotros, estamos cantando, y nadie puede decir "Qué grupo más falso, más malo". No: somos un grupo artísticamente apreciado, musicalmente respetado.

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