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Una noche en el Goyescas

15 de Febrero de 2008 | 20:04 |
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Margot Loyola llega en compañía del folclorista Osvaldo Cádiz. Sonia la Única da un beso cariñoso a Valentín Trujillo. Son escenas que duran segundos, pero es en particular emotivo que sean las dos primeras de este registro audiovisual, porque ellos son protagonistas reales y vivos de la siguiente historia. Una noche en el Goyescas es un viaje hacia la música popular urbana de mediados del siglo pasado en Chile a través de una mirada documental a uno de los puntos neurálgicos de la bohemia santiaguina de entonces, y la experiencia habla tanto de la música como de la historia cotidiana de los chilenos de una época.

Concierto teatral es la denominación del espectáculo, presentado el 15 y el 17 de marzo del año pasado en el Centro de Extensión de la Universidad Católica en la capital. Música y teatro son las dos vías apropiadas para poner en escena al Goyescas, la boite más elegante que hubo en el centro de Santiago hasta comienzos de los años '60, según define en la presentación el musicólogo Juan Pablo González. Vigente entre 1949 y 1963 en la esquina sur poniente de las calles Estado y Huérfanos, y activo como confitería, salón de té y boite según la hora que fuera, el Goyescas vuelve aquí como el escenario para los boleros, mambos, cuecas o canciones españolas en boga.

Cada uno de esos repertorios está asignado a figuras fundamentales de la música de la época. Si se trata de recordar a Las Hermanas Loyola, ése es un trabajo para dos integrantes de Palomar, el conjunto en que la propia Margot Loyola ha volcado sus enseñanzas del folclor chileno. Son tonadas y cuecas entonadas con gracias y picardía, junto a atinadas tomas de la propia maestra en la platea. Y el dúo internacional Sonia & Myriam, encarnado por las cantantes Francesca Ancarola y Pilar Díaz, está presentado con fidelidad en el carácter lírico de sus voces y en la aptitud genuina de las hermanas Sonia y Myriam Von Schrebler para dominar el bolero, la tonada o la canción italiana. Regalo aparte son dos boleros chilenos de antología firmados por Armando González Malbrán y el maestro Pedro Mesías.

La orquesta de la época está representada a su vez por la Huambaly, un elenco que solía tocar en el vecino establecimiento del Nuria y que es el reflejo fiel de la versatilidad necesaria para hacer bailar por igual  bolero, swing y mambo a las chilenas y los chilenos del siglo pasado. Y auténtica es la puesta en escena del precursor grupo rocanrolero porteño William Reb y los Rock Kings, que de verdad tocó en el Goyescas al llegar a Santiago, según refería su cantante, el fallecido periodista Williams Rebolledo. Hacia el final se escucha el rock and roll nacional "Marcianita", ése que en el año '57 decía "Quiero una chica de Marte / que sea sincera / que no se pique ni fume / ni sepa siquiera lo que es rock and roll", y que remataba con el verso "En el año '70 felices seremos los dos". Pero para eso faltaban once años todavía. Una noche en el Goyescas está ambientado en la noche de año nuevo del '59, un tiempo en que los gustos musicales eran comunes a las distintas generaciones y donde una tonada se escuchaba de igual a igual al lado de un incipiente rocanrol. Un documento de época.

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