Whoa Nelly!

Otra cosa es con Nelly Furtado. Talentosa, hiperquinética y repleta de hits, la cantante-compositora fue un huracán que arrasó con los baladistas latinos y el aburrido revivalismo setentero que han sido tan rentables para el Festival.

Percusiones africanas, hip-hop, guitarras eléctricas, estribillos para cantar en la ducha y una voz dulce pero que llena cualquier espacio. Mestizaje puro, aplicado al pop. Y ella, en lugar de asumirse como diva "monopolizadora de talentos", se ríe, le toma fotos al público, habla de sus amistagos chilenos y agradece sinceramente estar en el festival.

"Powerless", "Im´Like a Bird", "Turn of the light", "On the radio", la versión acústica de "Fotografía", sonaban perfectas, enriquecidas, vigentes. Al fin tenemos canciones, un sonido interesante y una cantante de verdad ¿Cómo no rendirse ante esa evidencia?

Daba gusto verla hacia el final, tocando un espeso riff de guitarra eléctrica. Ahí vemos en su plenitud el caracter de una muchacha que se cansó de los éxitos seguros y trató de crearlos usando bossa nova, rapeo y ritmos tribales. Y vaya que le resultó.

Antirreggaetoneros

Nelly -que tiene un disco llamado Folklore- sabe que el futuro está en la mezcla. En el pop siempre se ha tratado de eso, desde el ragtime de los años veinte hasta el reggaeton: unir dos influencias y sacar algo bueno de eso.

Calle 13, que cerró la noche, algo sabe del tema. Sorpresivas alusiones al conflicto mapuche, chinchineros sobre el escenario y un tema cantando junto a Vicentico demostraron que tienen bien merecido el título de "la mejor banda de reggaeton para la gente que odia el reggaetón".

Sin embargo, a pesar de sus letras (pícaras, pop, sin demasiado sexo) y recursos instrumentales (batería gigante, sección de vientos, guitarras eléctricas) después de un rato el ritmo monotono desespera. A pesar del carisma de Residente y Visitante, musicalmente están atrapados en un ritmo que asfixia cualquier intento melódico. Exactamente lo contrario a Nelly.