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Arena

29 de Febrero de 2008 | 22:51 |
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Reagruparse, hacer grandes conciertos y editar su respectivo disco con DVD incluido ya es parte del ciclo de vida útil de una banda de rock. Así como ahora cualquier grupillo promedio lanza un "Best of" después de sacar apenas un par de álbumes, limar las asperezas personales y musicales tras la separación ya forma parte del negocio. Volver a los escenarios con tus ex compañeros, cuyos gustos empezaste a detestar y por eso te separaste, es cosa de tiempo y de los fracasos económicos como solista.
 
Los Tres son un ejemplo perfecto. Primero publicaron Hágalo usted mismo (2006), una grabación mezquina, repleta de riffs monocordes y que gozó de una alarmante sobrevaloración de cierta prensa musical. El baterista Pancho Molina fue reemplazado por el correcto Manuel Basualto (hermano de Mauricio Basualto, de Los Bunkers) y olvidado el asunto. A pesar de piezas cumbre como "No es cierto", la mayoría de sus canciones palidecían al lado del fantástico disco homónimo de Álvaro Henríquez editado dos años antes. Después, se embarcaron en una serie de tocatas puntuales como las noches del 7 y 8 de julio de 2006 en Arena Santiago. Nada de esos gimnasios repelentes o festivales de regiones que asqueaban al cantante Álvaro Henríquez según "La última canción" (2002), esa desautorizada pero nunca desmentida biografía de Los Tres publicada por Enrique Symns. Finalmente, el lanzamiento de un disco doble y un DVD, que no por casualidad se venden por separado. Aunque muy pronto, nos aseguran, nos prometen, saldrá un nuevo disco de estudio.
 
Una cosa es reconocer la excelencia de "Amor violento", "He barrido el sol", "Me arrendé", "La torre de Babel" y sobre todo "Traje desastre". También su aporte en el redescubrimiento del "orgullo guachaca" y su mundo simbólico. Y más aún en el impresionante sincretismo musical de Beatles, Nueva Ola, cuecas, Stray Cats y algo de música funk. El problema es hay que ser muy ciego y sordo para no darse cuenta del piloto automático con el que las interpretan. A excepción, claro, del set de cuecas ("La vida que yo he pasado", "La negrita") donde la sangre les vuelve al cuerpo. Del nuevo disco hay apenas cuatro canciones, e incluso en la celebrada "Cerrar y abrir" se notan costuras que en "Amada", de Henríquez solista, no aparecían.
 
El resto, salvo momentos, es un eterno deja vu interrumpido por el guiño a Depeche Mode patentado por la versión de los mexicanos Café Tacvba para "Déjate caer", los entretenidos quiebres estilísticos de "Somos tontos, no pesados" y el caos hacia el final de "La espada y la pared" (ojo, que no aparece registrada la versión de la segunda noche, donde en el intermedio del tema empezaron a tocar trozos de canciones perdidas como "No sabes qué desperdicio tengo en el alma").

Arena es un disco doble alejado del vigor con que Los Tres tocaban en Santiago a principios de los '90 o del dramatismo de Freno de mano (2000), su primer disco en vivo descontando La Yein Fonda (1997). Sorprende que los mismos que pusieron los ojos en blanco ante los shows de Los Tres hayan sido tan duros con Los Prisioneros. Al menos ellos se dieron el trabajo de sacar varios discos que, a pesar de ciertos problemas de producción, tenían riesgo.