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Que nos devuelvan la emoción

Los indie/dark neoyorkinos vinieron, tocaron y se fueron. A pesar de la "épica" de la segunda mitad del show, dejaron en claro que las bandas contemporáneas suenan mejor en mp3 que en persona. Aunque en la segunda parte, cuando el vocalista se puso una bandera chilena, las cosas cambiaron.

07 de Marzo de 2008 | 13:43 |
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Interpol se suma a la continuidad de bandas estilosas formadas por chicos de buena familia que llegan a Chile a tocar. A veces con el piloto automático.

Cristián Soto L.

Mientras de fondo sonaba -era que no- Joy Division, un roadie de Interpol golpeaba la batería y otro se animaba con la guitarra. Eran las 21.00 horas y hacer una prueba de sonido en la hora fijada para un recital es falta grave. Más aun si el Teatro Caupolicán ya estaba repleto. Tipas con chasquilla fingiendo estar malhumoradas y tipos de polera sin mangas. Todos impacientándose.

Pasaron unos veinte minutos cuando Paul Banks y compañía atacaron con la oscura "Pioneer to the falls" que abre su reciente disco Our love to admire (2007). Un "muchas gracias" en perfecto español y la extraordinaria "Obstacle 2" (que los puso en el mapa el 2002) con doble bombo incluido. Sin embargo, a pesar de sus canciones (muchas, pero muchas deslumbrantes) las descargas eléctricas y lo bien procesada que tienen la herencia post-punk (voz profunda a lo Ian Curtis, batería dominando la estructura de las canciones) algo ahí no estaba cuadrando.

Aunque sus fans, pegados a la reja, se sabían las letras y ponían los ojos en blanco, era evidente el ya acostumbrado "piloto automático" con que interpretan sus hits las agrupaciones que nos visitan. Generalmente los escenarios de Santiago marcan el cierre de las giras y los músicos están agotados de tocar las mismas canciones.

Mientras en Europa salen a matar, en Sudamérica (a excepción de un Rock en Río o tal vez un estadio bonaerense) se reciclan. Ni siquiera varían mucho el tracklist. ¿Qué gracia tiene ver a unos tipos con terno sobre el escenario tocando, si en el computador suenan igual? Bueno, el guitarrista Daniel Kessler a veces corría y se mostraba algo hiperventilado, sin que el resto enganchara demasiado.

Pero vino "Lighthouse", hermosa y a puro reverb eléctrico de guitarra. La curiosa imagen del excelente Banks con la bandera chilena al cuello, más que dar risa generaba ternura. ¿Un indie/dark neoyorkino jugando a ser Bono? Aunque, posiblemente si pusieramos a competir el debut de Interpol con el de U2 ganarán los primeros. Desde allí, la segunda parte del show ganó en intensidad y pasión. Con "Rest my chemistry" y sus aires a los Pixies; el hit "Slowhands" y la urgente "PDA", por ejemplo.

Sorprendentemente, Interpol había logrado lo que ni The Strokes, Oasis o My Chemical Romance habían podido: tocar porque les gustan sus propias canciones, en lugar de hacerlo por compromiso. E incluso ponían buena cara. Eso se notaba mucho con las del nuevo disco como "The Scale" o la misma "Lighthouse". Nuevas cimas compositivas para unos tipos que negaban sistemáticamente la influencia de Joy Division. Tal vez era cierto que no los escucharan y fue sólo una coincidencia en la búsqueda de hacer canciones "distintas" pero con la misma carga pop. Porque ahora van bastante adelantados. Y con banderita tricolor.