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En busca de sus propias huellas

Es uno de los más fuertes de toda la generación TV pop que involucra reality shows, operaciones de triunfo, fama de laboratorio y concursos de talentos. A Mario Guerrero el público conoce por la pantalla, pero él ya venía hecho desde la fábrica, Y su éxito, al contrario de quienes aparecieron y desaparecieron en el acto, es el refeljo de una larga historia musical.

10 de Marzo de 2008 | 14:06 |

Como muchos, Mario Guerrero (27) tenía un sueño: ser cantante. Para materializarlo cantó en todos los festivales que tuvo al frente. Pero no era suficiente. Había que llegar a la televisión, advierte, mientras balancea sus días entre el lanzamiento de su tercer disco, Huellas de un ayer (2007) y su próxima aparición en "El baile" de TVN, como concursante estelar.


Dice que antes el circuito estaba constituido por festivales, manager, contratos, grabaciones, radios y prensa escrita. Y al final la televisión. Mario Guerrero hizo el camino inverso, pero en lo que hoy considera el origen de cualquier cantante. Ese paso constituyó, en definitiva, su principio hacia un ejercicio mayor del oficio en el que buscaba practicar un rol: la música. En 2007, por ejemplo, llegó rápidamente al escenario del Fetival de Viña del Mar, lo que refleja la categoría de su éxito ante el gran público.

Canciones con psicología pop

Mario Guerrero viajó desde Graneros a la capital a estudiar Psicología. Entre el equipaje también venía una guitarra. Estaba en segundo año cuando se enteró de un casting para cantantes que deseaban concursar en un programa de televisión. La tarea no era simple, pues debía ser seleccionado entre aproximadamente tres mil postulantes. Pero logró que lo escogieran para participar en la segunda temporada de "Rojo", el programa buscatalentos que pretende encontrar nuevas estrellas para el baile y la canción nacionales.

"De repente me encuentro con el casting del programa, del que nunca me enteré de la primera generación. Y vi que se estaba dando la posibilidad de mostrar a jóvenes nuevos que cantaban. Estaba en la universidad y me acuerdo que mis compañeros me acompañaban al casting. Yo iba con la guitarra en la espalda y llevaba un año en Santiago. Me entregaban una gran ayuda", cuenta el cantante.

Guerrero fue escogido para participar y llegó lejos: ganó la segunda generación en la sección cantantes. ¿El premio? Grabar un disco, que se llamó finalmente Mario Guerrero (2003), el primer dardo en el blanco de su carrera. Desde ahí, el cantante se ha destacado por su fuerza interpretativa, rasgo que dice que no quiere perder.

"Hay que buscar canciones que uno sienta, historias tuyas o ni siquiera tuyas. Es una filosofía de ver las cosas. Antes había una interpretación muy potente en las canciones. Cuando escuchabas por la radio, se sentía la canción. Creo que hay que lograr un justo equilibrio entre la técnica y la interpretación", explica.

-¿Por qué decidiste dedicarte a la carrera artística de cantante?
-No sé si es una cosa de decisión. Es una cosa de sangre, de sentir la música. Eso parte de muy niño en mí, alrededor de los cinco o seis años. Mi padre es músico, es trompetista. M interés parte desde el amor por la música y de plasmar historias. Es una cosa de vida, de estar ahí.

-¿Cómo fue tu primer acercamiento al aprendizaje de la música?
-Uno parte mirando al papá, las partituras, empiezas a encontrar un mundo nuevo y después día a día es algo que te va pidiendo más. Aprendí a tocar la guitarra mirando a los otros. Es una búsqueda interna. De mirar a los artistas, de escuchar la radio que escuchaba tu mamá. Después viene el gustito por los festivales. Es algo que se va gestando de a poco, que mueve la sangre.

-¿Qué importancia tuvo "Rojo" en tus inicios?
-El mercado estaba cerrado para artistas nuevos. Y "Rojo" partió mostrando a gente nueva. Para mí fue un gran desafío, de poder entrar un casting en que no habían diez participantes, sino tres mil personas. No era el único joven que quería entrar a la televisión y mostrar lo que hacía. Había tres mil iguales que yo, también con guitarra y talentosísimos.

-¿Y porqué empezar en la música a través de la televisión?
-Era un desafío y un crecimiento. Era como abrirme a un mundo que parte con la televisión. Antes era todo distinto: la pirámide artística era que los productores conocían a un artista en un festival, después grababan un demo, llegaban al sello, después salía a la radio, de ahí a la prensa escrita y por último la televisión. Ahora todo es al revés. Y paralelamente lo que he intentado hacer es solidificar lo que falta hacia abajo.

-¿Crees que te desmerece en algo haber salido de un programa de televisión?
-Para mí esto no es un juego. Siempre he dicho que paralelamente a la televisión hay que tener un trabajo en las radios y en la creación. Yo creo canciones. Estoy escribiendo a full. Lo que pasa es que uno tiene que ir paso a paso. Por estar en un programa de televisión te tratan como un invento, pero la gente no sabe que esto lo vienes buscando hace mucho tiempo. Y que te vienes preparando para eso. En este momento estoy estudiando piano. Estoy en constante crecimiento.

-¿Cómo se manifiesta tu sello personal en Huellas de un ayer, en el que interpretas temas de José Luis Perales, Camilo Sesto, en clave mexicana?
-Primero porque hay un tema inédito con mi hermano. Hay un sello personal porque involucra una canción con él. Hay una cercanía muy importante, para cualquier persona que ama la música como tú. Y sobretodo estar involucrado en la grabación general hasta las dos de la mañana. O con los arreglos. O con estar grabando cuerdas hasta muy tarde, ver como suena, escuchar otros discos para ver dónde quiero llevar la sonoridad con este disco.

-Es una etapa de mucho trabajo.
-Es un proceso cansador, pero maravilloso porque cuando escuchas el disco ahí está tu pago. Es un disco-concepto, es decir, es una fusión de discos de ayer.

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