La música estaba inconclusa

Dando inicio a las temporadas sinfónicas de la capital, la Orquesta Filarmónica de Santiago, abrió la propia en el Teatro Municipal. Jan Latham-Koenig, su titular, condujo al conjunto que una vez más ha incorporado nuevos integrantes, situación que bien podría haber afectado el rendimiento. Pero la experiencia de Latham-Koenig en la música logró de sus dirigidos un alto nivel de rendimiento.

Los pequeños problemas ocurridos ciertos momentos sobre sonidos poco puros o de afinación no siempre perfecta, se corregirán en futuras presentaciones. El director sabe cómo hacerlo, pues ya cuenta con un sonido hermoso, producto de la musicalidad de los integrantes.

La Temporada 2008 está marcada por conciertos temáticos. Y éste, que se ha llamado “Festival Clásico”, nos llevó desde el clasicismo de Mozart hasta el romanticismo de Schubert, pasando por la transición de Franz Danzi.

Pensamos que refinamiento, claridad, precisión y estilo, son los calificativos más adecuados para la interpretación de la “Sinfonía N° 29 en La mayor” K 201 de Wolfgang Amadeus Mozart. Director y músicos se movieron cómodamente por los exquisitos diálogos y fraseos propuestos por su autor.

Con un manejo de primer orden en los conceptos dinámicos, haciendo uso certero de los contrastes, así como destacando preguntas y respuestas, transcurrieron los cuatro movimientos de la sinfonía. Destacaremos la finura y elegancia del segundo de ellos, tanto como la extraordinaria claridad de las vertiginosas figuras rítmicas del movimiento final.

La hora de Danzi

No existen demasiadas oportunidades para escuchar en vivo obras de Franz Danzi (1763-1826), compositor alemán cuyas obras corresponden a un estilo de transición clásico-romántico. Sus melodías son generalmente cantábiles y expresivas, las que a veces nos pueden recordar fuertemente las arias de ópera. No obstante éstas están siempre muy bien escritas y orquestadas.

De este autor se escuchó su “Sinfonía Concertante para Flauta, Clarinete y Orquesta” Op. 41 y en ella actuaron como solistas el eslovaco Darko Brlek en clarinete y el italiano Massimo Mercelli en flauta. En la hermosa obra ambos demostraron un extraordinario afiatamiento, musicalidad y virtuosismo, contando en sus contrastantes tres movimientos con el ajustado acompañamiento de Latham-Koenig y sus músicos. El público no escatimó aplausos para la versión.

El romanticismo de Franz Peter Schubert ocupó la última parte del concierto. Escuchándose su celebérrima “Sinfonía N° 8” D. 759, más conocida como “Inconclusa”, en razón de poseer sólo dos movimientos.

No nos detendremos en la abundante y mítica literatura que se ha escrito para intentar explicar el por qué su autor no la concluyó. Basta decir que explicaciones más o menos, ésta es una de las obras más hermosas de toda la literatura musical.

En ella el autor indaga melancólicamente en las profundidades de los sentimientos. Esto ha conducido a veces a versiones superficialmente romanticoides, externas, sin rozar lo profundo que hay en ella. Esta versión explotó, los contrastes, las progresiones dramáticas, tanto como las vertientes poéticas, creando momentos casi mágicos, desde el sensible tema del primer movimiento, para culminar con la fuerte expresividad del segundo.

No podríamos dejar de señalar la excelencia sonora de bronces y maderas, tanto como el bellísimo sonido de los violines, en sus diálogos con las violas. Dos fragmentos contrastantes, estupendamente interpretados, de la música incidental que el mismo Schubert escribiera para el drama “Rosamunda”, cerraron una jornada, que abre grandes expectativas, para lo que será la Temporada 2008, de la Orquesta Filarmónica de Santiago, que dirige Jan Latham-Koenig.