Ya es fácil perder de vista de dónde vino la emotividad que ha llegado a apoderarse del rock mundial, entre la oleada de bandas punk pop como Simple Plan, Fall Out Boy, 30 Seconds to Mars o My Chemical Romance, los guiños góticos y metaleros de Good Charlotte o Evanescence, el metal angustiado al modo de Korn en los '90, la premonitoria depresión de las horas más oscuras de The Cure entre 1980 y 1982, y hasta Pink Floyd, que si no inventó el emo bien pudo haber inventado en inmo al inmovilizar a generaciones de jóvenes sometidos a la monumental autocompasión de The wall en 1979.
Este disco es una buena señal de cómo se ha transmitido toda esa triste información hasta nuestros días. Kudai no está solo. Delisse es desde hace tiempo un dúo chileno que no consiste ni ese punk ni ese metal ni ese rock emotivos, pero es afín: es pop con guitarras pesadas y está encomendado al dolor. Sea por el acné o por la difícil búsqueda del sentido de la vida, el sufrimiento siempre ha sido un rasgo juvenil y Delisse lo tiene demasiado claro en El peso del dolor, que no por nada se llama así: entre estas ocho canciones, "Siempre presentí" dice "Siempre presentí que iba a sufrir", "Pensé que estarían" es "Pensé que estarían conmigo", "Quiero poder huir" se completa como "Quiero poder huir de esta tristeza en mí", "Nadie sabrá" se trata de que "Nadie sabrá bien jamás el daño que hay dentro", y cada canción es un ejemplo más en esa línea.
"Nadie sabrá" es, de hecho, la canción de Delisse contra el maltrato infantil, porque estas letras se pueden amoldar al sufrimiento de cualquiera que se logre identificar con ellas y ése es su indicador de eficiencia. En un esquema que ha funcionado para usos como los de Roxette y Amaral, Delisse está formado por Magdalena Atria, que lleva la voz cantante, y Cristián Moya, que toca guitarra y hace coros y voces ocasionales, y ambos ya habían grabado el disco Gritarlo al cielo (2003), pero es aquí donde se notan más seguros de su sonido. Por lo demás El peso del dolor ya había sido estrenado por Internet en 2006, más de un año antes de su edición como CD a fines de 2007, en una solución que, junto con su vocación por el dolor pop, confirma a Delisse como un grupo de su tiempo.
