Christian Gálvez es un hombre multifacético. Ha hecho discos de música latinoamericana y de fusión y hace poco presentó su disco de jazz contemporáneo Imaginario (2007). Por él está nominado al premio Altazor en la categoría de "jazz y música alternativa", reconocimiento que ganó en 2000 y al cual postuló en 2005 y 2006.
-Estoy contento, porque es una pequeña señal de que estoy trabajando bien -dice con tranquilidad el bajista y compositor, que ha puesto en práctica su método en siete discos: crea ciertas melodías, las practica y amplía en conciertos y giras y luego graba el material obtenido en vivo con otros músicos. Imaginario fue grabado con Andrés Pérez, del Contracuarteto (saxo tenor), Pablo Menares (contrabajo) y Félix Lecaros (batería), además del propio Gálvez en el bajo eléctrico.
Gálvez aplica además otro método particular. Trabaja sobre tres proyectos, y cuando uno está más "maduro" se aboca a transformarlo en un disco. En estos días trabaja en proyectos de música latinoamericana, blues y música clásica. Pero sólo uno verá la luz. Al menos por ahora.
Tokio, Lebu y Gálvez
Además ha participado en festivales de Chile y el mundo, capaz de pasar desde Ucrania y Japón hasta Lebu, donde "todo el día la gente escucha ranchera en la radio y de pronto se levanta un escenario y se escucha jazz con dos mil a tres mil personas", dice. "Esos en Lebu son festivales loquísimos".
La masificación no le inquieta mayormente. Entre hacer música más sencilla que "le guste a toda la gente" y lo que realmente siente "en el corazón", opta por lo segundo. "Si eso llega a gustar, fantástico. Si llego a hacer un disco más sencillo no va a ser porque quiero ser más popular, sino porque me va a nacer hacerlo", enfatiza.
Además ha tocado para cantantes como Joe Vasconcellos y Myriam Hernández, pero al respecto distingue el oficio de "artesano", para otros músicos, del de "artista", como solista. "Aunque amo acompañar a otros músicos, me siento más cómodo haciendo mis cosas. Siento que mi trabajo creativo es una mezcla de los dos, pero tiene que ver más con lo artístico".
-¿Cómo fue el proceso creativo de Imaginario?
-Es un disco que hice con un cuarteto. Primero hice la música, las composiciones, se las mostré a los músicos, y salimos de gira. En este caso el disco es como colectivo. Fue un proceso colectivo de jazz contemporáneo en el que yo propongo las melodías, y armonías, pero cada uno con su criterio va aportando lo que tiene. Es un disco hecho por todos. No podría haber quedado como quedó sin el exclusivo aporte de cada uno de los músicos.
-¿Eso marca una diferencia respecto a otros músicos?
-Hay música y músicos que escriben todo, pero no tienen mucho riesgo. En este caso nosotros dependemos de nosotros en cada momento y de lo que podamos hacer juntos.
-¿Habías trabajado así antes?
-No funcionó así con América luz (2006), que estaba escrito completo, con cada arreglo. Entonces el director, en este caso yo, tenía el control absoluto de lo que estaba pasando. Con Imaginario no. Dependíamos totalmente de los temperamentos de los que estábamos implicados. Por eso yo digo que fue un disco colectivo.
-¿Cómo se manifiesta tu sello personal en el disco?
-En lo que siempre he tratado de hacer, que es tener un sonido lo más personal y propio posible, tratando de comandar desde el bajo toda la música. En este caso fui más allá, porque la banda no tiene un soporte armónico que no sea el bajo. Desde el bajo estoy haciendo todo el soporte armónico y melódico. En otros casos he tocado con pianistas, en los que se puede desligar esta función. Pero aquí, imposible.
-¿Entonces cumples la función del piano?
-En este caso, como es un cuarteto sin piano, con mi bajo eléctrico estoy haciendo esa función completa, llevando los acordes y las melodías. En eso estoy expresando mi estilo y mi forma, porque no es un estilo explotado por la mayoría de los bajistas. Los guitarristas tocan de esta manera. Es una cosa difícil y muy técnica.
-¿Qué sentido tuvo para ti este trabajo?
-Primero que todo, llevar al tope mis posibilidades melódicas, armónicas y técnicas. Por ese lado estoy súper contento, porque descubrí un montón de cosas que no sabía que las tenía ahí. Como siempre me apoyé con otros instrumentos armónicos, esa función la delegué. Además siempre fui más melódico, entonces tener ahora una responsabilidad armónica frente a una banda es complejo, sobre todo si el instrumento que no es un instrumento armónico por definición y por tradición.
-¿Crees que el experimento resultó?
-Dentro de las posibilidades que traté de explorar y explotar es una de las cosas que más me dejó contento. Los guitarristas tocan así, los bajistas no. Cualquiera que participa en el disco puede decir que el disco es suyo, porque todos pusimos todo lo que teníamos. Llegamos a puntos que yo no había logrado antes, de poder improvisar con un cuarteto y proponer una melodía y realmente improvisarla.
-¿Cómo describirías a Imaginario ahora que existe?
-Es jazz chileno contemporáneo. Así tocamos nosotros el jazz acá. De hecho, cada uno de los que tocan ahí tiene su banda. Son los latidos del jazz, pero como suena aquí.