Y los monstruos rugieron

Ozzy con la reina de Inglaterra. Ozzy en series como "Lost", "Entourage", "The Office". En definitiva, Ozzy Osbourne, el rey del heavy metal en la pista atlética del Estadio Nacional estelarizando el festival Monsters of Rock, como figura pop planetaria, en un montaje proyectado en pantalla gigante que antecedió su entrada, y que lo ponía en situaciones divertidas -y algunas de franco mal gusto- en tales escenarios. Luego entró, dijo que los amaba a todos y que Dios los bendijera, y se lanzó con "I don't wanna stop" de su último álbum Black rain. Fue suficiente. El público, encantado, quedó en su bolsillo.

A las 18:30 Black Label Society, la banda comandada por Zakk Wylde, el rudo guitarrista de Ozzy con aspecto de motoquero alérgico a la ducha, abrió fuegos con un show que parecía un homenaje a las seis cuerdas. Wylde no paró de atacar oídos con un solo tras otro, sino que levantó varias veces su instrumento como si lo entregara en sacrificio, para luego besar el mástil y golpear su pecho en señal de entrega.

Luego Korn, ajustados y muy fieros, se pasearon por éxitos como "Blind", "A.D.I.D.A.S", "Faget", "Falling away from me", "Somebody someone", "Here to stay" y "Got the life". Pero el público estaba dividido. Una parte de las 20 mil personas, apenas Korn cerraba un tema, reclamaba a gritos la presencia de Ozzy Osbourne.

Ya en el escenario el ex vocalista de Black Sabbath se encargó de repasar clásicos de su carrera solista como "Mr. Crowley", "Suicide solution", "Bark at the moon", y gemas junto a su antigua banda como "War pigs".

La fuerte presencia policial tuvo sus resultados. Apenas 8 detenidos según la 18° comisaría de Ñuñoa. Porque los monstruos no estuvieron entre el público, sino en el escenario.