Tras el éxito obtenido en Los Angeles (Estados Unidos) como Desdémona ("Otello", de Verdi), la soprano chilena Cristina Gallardo-Domâs regresa a Santiago para presentar una ópera prácticamente desconocida por el público. Se trata de "Le Villi" (ver recuadro), una obra con la que el joven Puccini ganó un concurso y que le sirvió para debutar en Milán gracias a una iniciativa de Giulio Ricordi.
En un año artístico repleto de compromisos relacionados con este compositor, la cantante observa su quehacer musical, qué significa "Le Villi" dentro su producción y cómo enfrentará dos nuevos roles creados por él: Tosca (Valencia, 2009) y Fidelia ("Edgar", en Torre del Lago, 2008).
—¿Cómo es esto de ser considerada por muchos como “la’’ soprano pucciniana de estos días?
—Ciertamente, una gran responsabilidad, aunque no me creo eso de ser “la’’… Más bien soy “una’’... Puccini está de gran actualidad. Recuerdo hace años haber leído una entrevista al gran Karl Böhm, quien aseguraba que ya llegaba el momento del “gran compositor Puccini’’.
—¿De qué forma entiende que un compositor como Puccini, que dedicó tanto tiempo creativo a desarrollar personajes femeninos, haya tenido una experiencia tan turbulenta con las mujeres? Hubo separaciones, affaires, querellas públicas, tuvo muchas amantes y hasta hay un suicidio en su vida…
—Lógicamente, las intensas vivencias de Puccini lo llevaron a entender muy bien la psiquis femenina. Tuvo una vida sentimental turbulenta, pero quizás no más que otros de su época o de hoy. Además, al menos él supo canalizar sus pasiones de manera creativa.
—De todas las heroínas de Puccini que ha cantado, ¿cuál le parece la más fuerte? ¿Y la más débil?
—Difícil pregunta: ¿qué es la fortaleza o la debilidad? A fin de cuentas, el destino es uno, y es en una mezcla de valentía, entereza y fragilidad con la que uno enfrenta su destino. La más fuerte, quizás, Butterfly. Y la más débil o la más light, diría que podría ser Lauretta (“Gianni Schicchi’’).
Tosca sin tiempo
—Tosca viaja en ese camino extraño de la fuerza absoluta y la debilidad total. ¿Cómo ha pensado encarar ese rol? (debut en Palau des Arts, Valencia, 2009)
—De acuerdo a mis posibilidades vocales, ni más ni menos, como he hecho con todos los roles que he afrontado. En ópera, la voz, el canto, son la herramienta primaria de expresión, luego viene lo corporal. Tosca no es un “tanque’’ de gran poderío. Es una mujer enamorada y frágil, esa fragilidad que reviste todo amor intenso y pasional. Sólo el tiempo solidifica el vínculo amoroso y Tosca no tiene ese tiempo, vive sus momentos y actúa de acuerdo a su pasión.
—¿Hay alguien que esté libre de pecado en “Tosca’’' o el cielo, en “Tosca’’, está vacío?
—El cielo en “Tosca’’ se ve sólo en el tercer acto, donde el maravilloso orquestador Puccini nos describe un amanecer romano. Tosca y Cavaradossi son marionetas de un ente superior. Por lo tanto, creo que ambos están absueltos de pecado... También, así lo espero, el pastorcillo del tercer acto…
—“Le villi’’ nos presenta a Anna. ¿Qué es más Anna, una joven enamorada o un fantasma vengativo?
—Amor y venganza: dos caras de una misma medalla. Claro que la transición de los personajes en el primer Puccini era algo rápida y abrupta: esbozos de su desarrollo en las óperas posteriores.
Debut en Torre del Lago
—En Puccini, todo el que ama, muere. ¿Qué piensa de ese raro destino que pone Puccini a sus amantes?
—No es un destino raro. ¡Es lo más normal del mundo! ¡Es la vida! Toda vida bien vivida tiene sus amores y pasiones, y todos morimos. Lógicamente, Puccini dimensionaba sus dramas, los comprimía, y de allí, en un arco temporal breve, trataba de presentar todo el desarrollo de una pasión.
—Este año estará en Torre del Lago, el lugar donde Puccini vivió, para cantar una ópera casi tan desconocida como “Le villi’’, “Edgar’’. ¿Qué representa para ti esta llegada a Torre del Lago en el papel de Fidelia?
—Significa llegar a las fuentes, a la cuna del compositor, con una de sus primeras óperas, que explica todo lo que fue compuesto luego. En “Edgar’’ se empieza a intuir cómo el compositor desborda toda su pasión. Es un año muy importante para debutar en Torre del Lago, lo que me ilusiona mucho. Además, vamos a dejar testimonio de esta obra tan poco representada, con la grabación comercial en DVD.
—En “Edgar”, ¿es suficiente la dulzura de Fidelia para competir con la agresiva sensualidad de Tigrania?
—Son dos caras de una misma moneda. En el alma siempre conviven sentimientos y pasiones encontradas. Y, lógicamente, para la situación dramática, es mejor desdoblar esta complejidad interna presentando un triángulo.
—Tosca grita al matar a Scarpia: “Questo è il bacio di Tosca’’. ¿Cuál es el beso de Cristina Gallardo-Domâs?
—La expresión de un afecto y deseo íntimo y recóndito. El gesto que ilustra lo que nos mueve en la vida y lo que nos hace vibrar y padecer.
—Sus personajes suelen morir, lo que se puede convertir en una adicción, ¿qué le sucede una vez que termina la escena de la muerte y todavía quedan algunos segundos antes de que se cierre el telón?
—Traspasar el umbral es intenso. Morir en escena renueva el sentir íntimo de la interpretación. Y entonces pienso cómo hacerlo aún mejor en la próxima ocasión.
—¿Sigue en sus planes hacer a las tres mujeres de “Il Trittico’’ en una misma producción?
—Sí pero sólo en ocasiones verdaderamente interesantes, con un extraordinario equipo de colaboradores. Hay dos o tres proyectos en marcha para ello, que me ilusionan mucho.
—Después de su éxito como Violetta (“La traviata’’, Verdi), se convirtió en Mimi y Liú de referencia, luego en Suor Angelica de referencia, más tarde en Butterfly... ¿Qué papel le gustaría que ahora ocupara ese sitio?
—Habrá que ver... El destino me puede deparar a mí y a mi público más de una sorpresa.