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Hard candy

Este caramelo sólido es precisamente lo que esperábamos: un disco de pop brillante, que suena más fuerte que el volcán de Chaitén pero en el que no hay ideas, sino fórmulas. Y está hecho por una mujer que se ha jactado toda la vida de ser una controladora implacable, oero que se ha puesto esta vez al servicio de sus empleados.

08 de Mayo de 2008 | 10:44 |
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Ciertos fans de Madonna pueden ser irritantes: gente con la palabra "ídola" a flor de labios, viendo vanguardia y clase donde no hay más que imitación y derroche. Si es por confesar pecados, comencemos: la señora Ritchie nos aburre desde el disco Ray of light (ya son diez años), cuando su descubrimiento tardío del breakbeat dejó en evidencia a una cazatendencias sin pudor ni mínima disposición al riesgo. Madonna llegó entonces al productor William Orbit como hoy lo hace a Timbaland y The Neptunes: porque es lo que asume que debe hacer una "artista al día". Al lado de M.I.A., Björk y Alice Goldfrapp, Madonna parece la dueña de casa acomodada y ansiosa por no perder sintonía con su sentido juvenil de la aventura.

Desde esa precaución, Hard candy es precisamente lo que esperábamos: un disco de pop brillante, que suena más fuerte que el volcán de Chaitén pero en el que no hay ideas, sino fórmulas. Su ancla es el R&B electrónico y sus recursos claves de producción (secuencias a toda velocidad, bajos profundos, pulsos entrecortados) ya habían sido patentados antes en otros discos recientes (sobre todo, por Justin Timberlake y Nelly Furtado). Los versos de temas como "Give it to me" y "Heartbeat" son las reflexiones que una multimillonaria bienintencionada puede anotar entre aeropuerto y aeropuerto. No hay grandes revelaciones ni giros drásticos de conceptualización creativa; al menos no más que en el último disco de, digamos, Kylie Minogue o Britney Spears. El single "Four minutes" es representativo del erotismo algo sobreactuado que recorre el álbum completo, y que no siempre funciona. Basta ver la portada. O escuchar las húmedas clases de español de "Spanish lessons": "Te quiero means 'I love you' / Bésame means 'kiss me' / Cállate means 'close your mouth'". Madonna suena mucho mejor cuando está dispuesta a divertirse (la pegajosa y ska "Give it to me", por ejemplo) que en baladas que no quieren asumirse como tales ("Incredible").

Una mujer que se ha jactado toda la vida de ser una controladora implacable, se ha puesto esta vez al servicio de sus empleados. Hard candy transmite en cada momento esa concesión. Madonna suena limpia, pero no fresca; segura, pero sin caracter. Su voz es el registro cálido de una intérprete experimentada, pero también el de una empresaria ejemplar, que prefiere pensar en cómo mostrarse antes que qué diablos es lo que mostrará (es significativo que este álbum haya generado miles de dólares incluso antes de publicarse, sólo por contratos de adelanto con compañías de celulares). Si Madonna sigue siendo una artista pop única, con demasiado a su favor para sucumbir aún a la competencia. Sin embargo, discos como Hard candy hacen pensar que la ventaja no durará para siempre.

—Cristina Hynde