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Elija: J.S. Bach o el ringtone

Se creía que el sonido de un teléfono celular ya estaba desterrado de los espacios ganados por la música. Pero no fue así. El ensamble italiano invitado fue testigo de la mala educación de cierto público chileno.

16 de Mayo de 2008 | 16:17 |
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La Orchestra D'Archi Italiana abordó obras barrocas y puso acentos contemporáneos.

Archivo de la Orchestra D'Archi Italiana

Desde la península italiana nos llegó la Orchestra D'Archi Italiana, conjunto de cámara dirigido por el notable chelista Mario Brunello. El conjunto muestra un notable afiatamiento, además de un sonido que creemos buscadamente “crudo”. Junto a ello se observa un manejo notable de los contrastes dinámicos y fraseos.

No obstante lo anterior, en la función que escuchamos fueron evidentes algunas leves desafinaciones y pequeños desajustes en el pulso, sobre todo entre los cambios de sección.

Con un programa del mayor interés, abarcaron desde el barroco hasta lo contemporáneo, para concluir con una de las piezas fundamentales del romanticismo. La muestra barroca fue el “Tercer Concierto”, de los llamados “Conciertos de Brandenburgo” de Johann Sebastian Bach, con el se abrió el programa. En él se percibieron las características señaladas anteriormente.

Debemos destacar además un gran nivel en la interpretación de su tercer movimiento, que fue tocado a una velocidad vertiginosa, en clara demostración del virtuosismo de los visitantes. Aquí destacaron las articulaciones de violines y violas, en contraste con las de chelos y contrabajo, provocándose inteligentes fraseos.

El adagio, que en realidad es una “cadenza” que une los movimientos extremos, fue tocado en tres chelos en una singular interpretación de acentos contemporáneos. Pensamos que esta orquesta tiene un natural acercamiento a la música contemporánea,  evidenciado en la segunda obra del programa, perteneciente al joven compositor italiano Giovanni Sollima. Estamos hablando de “Spasimo, para violonchelo amplificado y ensamble”, en el que se incluye percusión.

El lenguaje de Sollima, recuerda la música del medio oriente, tanto como a las síncopas del jazz. En esta, Mario Breunello ofició de solista y director, dando cuenta de todo su talento como instrumentista.

La obra tiene grandes exigencias técnicas que incluyen dobles cuerdas, armónicos, y desafíos rítmicos. Encontró en Brunello un estupendo intérprete, con gran expresividad, capaz de ilustrar perfectamente las alusiones programáticas implícitas a lo largo de toda la obra.

Desde el emotivo tema del comienzo y la atmósfera creada por el resto de las cuerdas y la percusión, para luego pasar por diversos estados descriptivos durante el desarrollo de la obra. En estos no están ausentes imitaciones, respuestas, contrapuntos melódicos, y secciones rítmicas, donde la percusión juega un rol muy importante. Aquí, el conjunto demostró todo su potencialidad como intérpretes de obras contemporáneas.

Por su interés, la obra captó el interés del público, que aplaudió complacido la versión. Luego vino el bellísimo “Octeto para cuerdas en Mi bemol mayor” Op. 20 de Felix Mendelssohn, cerró el concierto. Se caracterizó por los fraseos y contrastes dinámicos de los movimientos extremos, así como por el virtuosismo y finura mostrados en el vertiginoso tercero.

El segundo movimiento lo encontramos poco armado, sin mostrar una línea definida de interpretación. A pesar de ello el público reaccionó eufórico, obligando a tres encores, una parte de un “Divertimento” de Mozart, tocado excesivamente rápido. Luego un fragmento de Piazzolla, interpretado con gran sentimiento, y finalmente con un pequeño juego muscial que incluyó percusión.

Un momento desagradable se vivió con el impertinente sonido del celular de una espectadora, que obligó a interrumpir la obra de Bach, pues su dueña, se negaba a apagarlo, entonces fue el público y la mirada molesta del director, quienes le hicieron abandonar la platea.

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