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Nine lives

28 de Mayo de 2008 | 17:37 |
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A pesar de sorprender a la Inglaterra mod con su potente registro soul en el Spencer David Group o posicionar el sonido Hammond en Traffic, Steve Winwood siempre fue una leyenda clase B del rock. Como sus colegas The Zombies o Donovan, el reconocimiento a sus méritos jamás llegó del todo. Para resolverlo, quizás, llamó a Eric Clapton -leyenda clase A y ex compañero en Bind Faith- quien colaboró en este disco que al fin lo está llevando alto. De hecho debutó en el lugar 12 de la Billboard, David Fricke (de ka revista Rolling Stone) le dio tres estrellas de cinco y Winwood está ahora en plena gira con el gran Tom Petty.

Sin embargo Nine lives no es un disco de rock psicodélico ni de lo que llaman blue-eyed soul. Es más bien un puñado de canciones pop adultas, cargadas a un sonido acústico que remite a esa world music de Peter Gabriel o Sting. Fusión de blues, raíz africana, rock and roll, pop y algo de jazz en plan desenchufado. Esta pulcra y descafeinada producción, tal como en los discos de folclor latinoamericano, puede jugar en contra, ya que las piezas pierden en intensidad e inmediatez.

Lo interesante de Winwood es que precisamente su voz y su órgano Hammond son capaces de inyectarle “vida” a las nueve canciones que el título sugiere. Desde la misteriosa y funky "As times we do forget" (final carvanalesco incluido) pasando por la calma de "Fly" y hasta la exuberante "Dirty city". En esta última, la guitarra de Clapton espera un buen rato para lucirse, demostrando que recuperó la fe en si mismo (el año pasado había anunciado que dejaba la música). Como las frutas, Nine lives es un disco tan maduro, que sólo el propio talento no reconocido de Winwood lo salva de caer al suelo.

—JC Ramírez Figueroa

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