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Mucho

28 de Mayo de 2008 | 17:30 |
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No ha habido, en sus 17 años de historia, un disco de Babasónicos más esperado que Mucho. Cosas importantes se han juntado en la coyuntura de la banda, que hoy gira por México y mantiene un silencio elegante sobre el golpe más fuerte de su trayectoria: la muerte, hace un par de meses, de Gabo Minelli. Sus líneas de bajo alcanzan a aparecer en este disco de trascendencia segura, levantado por un grupo que ya no está para acotarse en fórmulas ni conceptos de apuesta. Tras el éxito de Infame (2004) vino el de Anoche (2005), y hoy Babasónicos goza de un estatus que aconseja cuidar las palabras. ¿Qué vamos a venir a limitar con clasificaciones a un grupo legitimado ya en su filosofía? No hay banda argentina que hoy pueda enarbolar con más propiedad la bandera de un rock consciente, elegante, con humor y plena conciencia de su manifiesto estético. Como Café Tacuba, a un grupo como Babasónicos hay que aprovecharlo mientras dure: todo en la actual industria del espectáculo atenta contra una creatividad así de inteligente.

"Es un disco feliz, optimista", dice Adrián Dárgelos sobre Mucho, y es ésa la sensación que también queda en el auditor luego de pasar por sus 31 minutos. Es una positividad que se traduce a sonido no tanto en euforia hiperbailable, sino en descargas eléctricas permanentes y un pulso agitado, probablemente el más acelerado de su discografía. Incluso en los temas "lentos", como "Nosotros" o "Como eran las cosas", la marca de la batería es incesante y protagónica. Aquí no hay nada como "Putita", digamos, e incluso la tristeza infinita de "El ídolo" se camufla en un armado seudovaquero y una declaración de amistad tan amorosa como graciosa: "Reservarás un lugar en la gloria para mí", le canta Dargelos al fallecido Manelli, sin duda: "Me esperarás con diez Evas con manzanas en la boca / bailando el hula-hula en mi honor". Se escapan del color general "Estoy rabioso" y "Microdancing"; esta última, un nuevo "Deléctrico" pero peor.

Hay una velocidad crucero que es la que mejor le acomoda a Babasónicos, y que al fin en Mucho la han dejado ser. Es esa ternura profunda (hacia las mujeres, la vida, la música) que puede despegar hacia un gran himno. Como galán atrapaoídos, Adrián Dargelos puede dar la impresión de ser matador en el susurro cercano (irresistible en "Las demás"), pero es aún mejor como personaje exagerado, una gran figura rockera que miente a propósito y no pide disculpas por ello: "En el arte de fingir me ganás, aunque yo me esmero mucho" ("Nosotros"); "Por más que me bañe en humildad / se evapora al rato" ("Yo anuncio"); "Puede ser que siempre salga con la mía / eso no se discute acá" ("Escamas"). Babasónicos han tomado su carisma por el mango y no dejan resquicios por donde pueda colarse la humedad que los oxide. Son un grupo en pleno control de sus capacidades y de a dónde quieren llevar su impacto pop. Todavía, las herramientas básicas del rock les han servido en Mucho para ídem.

—Cristina Hynde

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