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Sentimientos y sensaciones

02 de Junio de 2008 | 18:06 |
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Un excelente inicio de temporada trajo la Orquesta de Cámara de Stuttgart.

Foto: sitio oficial de la Stuttgarter-Kammerorchester.

La Orquesta de Cámara de Stuttgart, uno de los mejores conjuntos del mundo en su especialidad, inauguró la Temporada Internacional Fernando Rosas de la Fundación Beethoven.

Con este concierto, la fundación confirma uno de sus propósitos más importantes, que es traer hasta nuestro país a solistas y conjuntos de primer nivel mundial.

A lo largo del programa, los visitantes mostraron estilos diferentes, variando el peso sonoro y las articulaciones según la obra que interpretaran.

Formada por diecisiete instrumentistas de cuerda, tocan sin director al frente. Ese rol lo cumple el concertino desde su atril –lamentablemente su nombre no apareció en el programa–, logrando que ataques y cortes tanto como accelerandos o rittardandos fueran de notable perfección. Esto sin duda es producto del permanente contacto visual y auditivo existente entre ellos, lo que resulta en un perfecto balance sonoro.

El conocido y hermoso "Divertimento en Re mayor", de Wolfgang Amadeus Mozart, que abrió el programa, maravilló por la belleza sonora tanto como por la finura y elegancia de su interpretación. Fraseos hermosos, producto de arcos perfectos, destacaron con nitidez las voces, en una versión clásicamente apolínea.

No podemos sino destacar la gracia del Andante, el diálogo entre las cuerdas altas y graves y la exquisitez del Presto, tocado como si fuera un juego, en sus sutiles acentos.


Un buscado cambio sonoro incorporó cierta crudeza sonora, propia del barroco del joven Johann Sebastian Bach, para la interpretación del "Concierto en Re mayor" para tres violines, cuerdas y continuo, en este caso solo chelo sin clavecín.

La obra, que podría ser comparada con un "concerto grosso" o bien antecesora de las "sinfonías concertantes", obliga a una perfecta fusión entre solistas y conjunto. Por supuesto, el todo parecía un solo instrumento,desde donde emergía con sutileza cada una de las voces solistas.

En el segundo movimiento se pudo percibir una diferenciación de timbre entre cada violín solista, acompañados espléndidamente por el "otro solista", el chelo del continuo. Del tercer movimiento sólo destacaremos, para no abundar, el virtuosismo de cada uno de los solistas.

Una de las obras más populares de Piotr Ilich Tchaikovsky, su "Serenata en Do mayor" op. 48, cerró su presentación, mostrándonos un peso sonoro propio del romanticismo. Un detalle no menor es que esta obra, de acuerdo al estilo, está plagada de cambios de tempi, tanto accelerandos como rittardandos, resueltos en forma óptima, como si un director invisible les coordinara.

Del primer movimiento destacaremos los contrastes de carácter, tanto como la expresividad de los acentos, y luego la gracia y elegancia del "tempo di valse" y la sutileza extrema de su final.

Uno de los fragmentos más emotivos compuestos por Tchaikovsky es el movimiento final de esta Serenata. Se trata de la "Elegía", verdadero muestrario de sentimientos y sensaciones. Fue iniciado casi desde la nada, para ir creciendo en intencionalidad hasta la aparición del tema en los violines primeros, que entregarán posteriormente al resto de la cuerdas. Fue un tránsito desde lo meditativo hasta lo trágico y luego a una sección más rápida, de gran belleza, expresividad y fuerza.

El encore ofrecido fue de una exquisitez y finura tal que conmovió a los asistentes. Un excelente inicio de temporada con uno de los conjuntos más afamados del mundo de la música.