Gonzalo Yañez (25) sabe que muchos colegas y opinólogos del rock lo señalan con el dedo. Desde No me acuerdo (2001-04), su juvenil banda de iniciación, hasta sus intentos solistas Gonzalo Yañez (2005) y De ida y vuelta (2006). Lo acusan de comercial, popero y creído. Una actitud que se contradice con el entusiasmo de los adolescentes en sus recitales. Esto incluye a una periodista que antecede a Emol en la rueda promocional de Dispara (2008, Feria Music). Sus risas de encanto, se escuchan desde lejos. Tal vez sea cierto, que la relación de un músico con las mujeres, sea la razón de la envidia y no, precisamente, las canciones.
—Mira, yo tengo un problema al componer. Como me gustan mucho McCartney, Brian Wilson y Charly García ya la primera parte de cualquier tema parece estribillo—, explicaría Yañez. Y eso se nota en su nuevo disco, que funciona como work in progress de sus obsesiones cancionísticas: rock de carreteras, nobles intentos calamarísticos ("Me gustó el recital Andrés en Santiago, aunque Fitipaldis no me interesó para nada") y coros para las masas. "De verdad, a lo que aspiro es que la gente me reconozca en la calle por mis canciones, que les gusten", explica. "Acá hay canciones de todas épocas grabadas de nuevo. Por ejemplo "A mis veinte", que compuse realmente cuando tenía 20 años".
Aunque el nuevo disco Dispara sea el retrato de un muchacho que aprende rápido los secretos de la canción, probablemente no cambie la percepción de analistas y rockeros independientes nacionales. "¡Ellos son muy snobs! Así como no me arrepiento de No me acuerdo —aunque creo que nos faltó mucho— tampoco me interesa hacer música para snobs. Al final ellos te aceptan por tu discurso y diseño de propuesta, y no por las canciones. Además, no soy del perfil de lo que ningún crítico quiere ver. Ellos ya tienen a Teleradio Donoso".
Los Phil Spectors del wi-fi
Yañez se crió en una familia de intelectuales de izquerda urugayos. Fueron los primeros en tener una disquería en Motevideo. Su abuelo era director de teatro y brindó con Víctor Jara cuando ganó Allende en Santiago y su padre tuvo una banda candombe-rock, además de estar ligado al trabajo de sellos discográficos en Chile.
Más influido por los Beatles que por la "nación alternativa" que sonaba en la radio en los '90, el compositor agarró la guitarra, sin estudiarla formalmente. "También me gustó Nirvana. Ese Cobain sabía hacer sonar la guitarra. Además, como dices tú, era un buen tipo, que también le gustaban los Beatles".
Lo interesante de la aventura de Yañez es como se banca los anticuerpos y sigue tocando ("No me interesa ese jueguito de caerle bien a los críticos") y su trabajo como compositor. "No sé tocar piano ni leer música, pero las canciones me llegan rápido. Soy prolífico". De hecho, cuando tenía apenas 21 fue reclutado para trabajar en Esa luz (2004) de la "chica reality" María Jimena Pereyra. Y desde allí, el músico integró esa escena paralela de compositores pop, Phil Spectors de la generación wi-fi.
Dice que no le importa estar asociado al pop. "El rock, como concepto fundamentalista me da asco. A mí siempre me gustó Glup y Canal Magdalena, creo que ellos han sido importantes acá. Sé que siempre será mejor visto un riff que una melodía, pero yo prefiero lo último", explica. De estas cosas conversa con Jorge Gonzalez, dice: "él también defiende el pop y dice que lo más importante es el ritmo, después la melodía y al final la letra".
Sonando en la radio
—Ahora mismo hay cinco canciones mías sonando en la radio— dice y no hay cómo negarlo. Enumera: "Me creo punk" (de Kel), "Finges" (de Uruz), "Digan lo que digan" (de Amango), "No paro de escuchar tu voz" (de Denisse, solista de Amango) y "Deja Vu", el segundo single de su propio disco Dispara. El dato no deja de ser significativo. Además, Yañez, grabó el año pasado una sentida versión de "Maldigo al alto cielo" en el tributo a Violeta Parra Cantores que reflexionan. "En mi casa siempre la escuché escuchó y esa canción, además, es muy fuerte. Cuando la terminé quedé exhausto", dice.
Y uno le cree a Yañez. Especialmente cuando teoriza sobre el folclor y la sorprendente cantidad de músicos que se vuelvan a esos sonidos. Precisamente los mismos que lo critican. "Hay cierta música usada para validarse como el folclor o el rock puro. Sin embargo eso no garantiza que sea un camino creíble. Es lo que hablábamos antes. Si bien como tú dices, cuando me preguntan por mi look, les sigo el juego y digo que sí, que es importante verse bien, lo que más me interesa es hacer canciones que le lleguen a las personas. Y eso está en el pop".