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Bajos y tambores

11 de Junio de 2008 | 16:10 |

Jorge Campos se ha multiplicado durante las últimas décadas de música chilena como bajista de muchos grupos, todos ellos de peso, entre Santiago del Nuevo Extremo, Fulano y Congreso. Pero ahora tiene su cuarteto propio y la lógica es otra: lo que se multiplica es su instrumento. Lo ha hecho en los tres discos personales que tiene desde 1995, pero éste, grabado en vivo en 2006 en la ex Cárcel de Valparaíso, es un despliegue de su instrumental. Entre contrabajo y bajos, entre cuerdas eléctricas o frotadas con arco, el título del disco es literal porque bajos y tambores son los protagonistas.

Bajos y tambores son también los componentes de drum n' bass, una de las vertientes de la música electrónica de los años '90. Y Campos se interna en ella no sólo por el juego de palabras, sino porque las baterías siempre ágiles del drum n' bass son también una forma de jazz y porque él mismo se ha volcado a las posibilidades de la electrónica. Aquí el bajista se une al más avezado productor de esa escuela en Chile, Fat Pablo, iniciado en Inglaterra, pero aun así no abunda el drum n' bass purista. En vez de eso el resultado es una fusión. Y así está subtitulado el álbum: "electroetnofusión en vivo".

Campos viene conjugando hace tiempo los vocablos etno y tecno. Su bajo de doble mástil tiene la bendición de una machi y el diseño de un cultrún en la cubierta, y así mismo una composición como "Mapocho" sugiere cierto patrón rítmico mapuche. Hay ciertos timbres de teclados y pianos, y "Yo creí" sugiere el pasaje más ensoñador del disco: aquí Campos usa el bajo casi como una guitarra, con acordes sucesivos para entrar luego en una línea melódica. Pero en general ésta es música profunda, y eso también es literal: son los timbres graves de los bajos de Campos e Isabela Rain los que definen las armonías y melodías, mientras en la batería Raúl Aliaga suele embarcar al grupo entero en un sonido potente y rockero. Son sólo composiciones extensas, y es casi como si tuvieran movimientos en su interior. Dos movimientos: uno para plantear el tema, otro para reprocesarlo con improvisación y sin concesiones. Más que composiciones, son planteamientos. Como la invitación que el propio Campos anota en las líneas del CD: "Cambiar esa actitud apática, liviana, mediocre, incompetente, superflua y acomodaticia". Bajos y tambores suena como el planteamiento sonoro apropiado para esa cruzada.

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