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Momofuku

20 de Junio de 2008 | 18:03 |
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Extraño título para el nuevo disco de Elvis Costello, y aún más extraña la explicación sobre su origen. Ando Momofuku fue el inventor de los infames Ramen, esos noodles instantáneos que se venden a bajo precio en tazones de plumavit y constituyen la dieta casi exclusiva de los inmigrantes asiáticos en Estados Unidos. Extraño fue también que el disco apareciera hace un mes sólo en vinilo (recién se ha editado en CD, y a regañadientes) y que Costello, un cantautor en extremo cerebral y meticuloso, se jacte ahora en entrevistas de que lo hizo en algo así como una semana, con canciones compuestas la noche antes de entrar a estudio.

Pero quien siga la carrera del hombre de los grandes anteojos sabrá ya que uno de sus grandes méritos es el ser y parecer impredecible. Momofuku sorprende en lo que más importa: su sonido. Sin baladas sobre piano, sin grandes orquestaciones, sin melodías para el adulto joven como las que temíamos a la luz de su batatazo con "She", Costello ha vuelto a construir un disco fresco y rocanrolero, en el que las armonías vocales y el uso protagónico de guitarra nos devuelven al jovencito inquieto que agitó con perspicacia extrema la tarima del pospunk, hace 30 años ya.

Un tema como "Stella hurts" se afirma en una distorsión eléctrica trabajada con convicción, "Go away" es el registro de una jam digna de la posteridad (atención al refuerzo vocal de la espléndida Jenny Lewis, del grupo Rilo Kiley), y "Pardon me, madam, my name is Eve" es una pieza narrativa bien sostenida, con inicio, clímax y conclusión. Incluso en "My three sons", el tema en el que Costello parece más introspectivo, sus muy tiernas reflexiones sobre paternidad ("¿Quién diría que terminé convertido / en el padre orgulloso / de mis tres hijos?") no le quitan un ápice de carácter al sonido general del álbum.

Algunos críticos incluso han comparado este disco con esa obra maestra que fue Spike (1989), pero no cederemos a esa exageración. Dentro de su sencillez y sin altas cumbres, Momofuku es el tipo de disco que vuelve a demostrar que, a veces, las mejores decisiones creativas son las que se toman sin pensar demasiado.

—Cristina Hynde