Nikolay Rimsky-Korsakov nació en 1844 y logró una sólida carrera en las salas de concierto durante sus 64 años de vida.
EFE
MOSCÚ.- Su "Vuelo del moscardón" y el relato oriental "Sheherezade" se cuentan entre las obras más famosas de la composición rusa: Nikolai Rimsky-Korsakov es inolvidable, incluso 100 años después de su muerte, que hoy se conmemoran.
En Europa occidental, sus obras son apreciadas como introducción a los conciertos de verano, pese a que este aristócrata de la época de los zares compuso más de una decena de óperas como ningún otro ruso - a excepción de Piotr Tchaikovsky-. En la música rusa, Rimsky-Korsakov (1844-1908) representa una exótica única y mundos mágicos llenos de sueños, colores y calidez.
La especialidad de este compositor, que abandonó por la música una carrera en la Marina a la que lo había obligado la familia, fueron las aventuras y las pasiones. Sus óperas "Snegurochka" ("La doncella de nieve"), "La prometida del zar" y "El cuento del zar Saltán", con el famoso "Vuelo del moscardón", están llenas de emociones. A este enjuto artista de larga barba, descrito por sus contemporáneos como un frío escéptico religioso, le gustaban los mundos de leyenda mezclados con elementos del folclore.
Entendía la música como "arte lírico", tal como señaló cierta vez. "Gracias a Dios no soy, al parecer, ningún compositor dramático, porque adapto la música a la escena, pero no la sacrifico ante ella", afirmó.
Sin tomar en cuenta el dominio de las óperas italianas y francesas, se mantuvo fiel a sus mundos soñados, en los que el malvado es castigado y se impone la justicia.
Las creaciones de Rimsky-Korsakov coincidieron con el florecimiento de la música rusa a mediados del siglo XIX, cuando la Rusia zarista avanzaba sobre el mundo islámico al sur y este de sus fronteras. La estepa centroasiática, el Cáucaso con sus paisajes montañosos y torrentes, fueron traducidos a música por el compositor.
Además, en sus viajes como marino Rimsky-Korsakov había internalizado el sonido del mar, el cielo oscuro con sus estrellas titilantes y la luz sobre las olas.
Incluso en el año de su aniversario, es muy difícil poder asistir en el extranjero a sus grandes obras, porque las producciones en ruso -es decir en idioma original y con varios coros- suelen ser las más caras de la temporada. Los críticos musicales consideran además que la música de Rimsky-Korsakov raya la banalidad o incluso el kitsch.
Pese a ello, elogian el temperamento musical y la fuerza ostentosa mostrada por su música en manos, por ejemplo, del director Yevgueni Svetlanov (1928-2002), en sus interpretaciones de "El gallo de oro" o la "Sinfonía N° 2".
El público ruso aprecia además los tonos críticos bajo la bella música de Rimsky-Korsakov. En "La prometida del zar", por ejemplo, que se estrenó con escenografía del pintor Mijail Vrubel en 1899, el compositor critica la sociedad que no tiene otros valores más que el propio ego. La estupidez y la crueldad del poder son temas de sus sátiras, que no cayeron bien en palacio.
Rimsky-Korsakov entró en contacto desde joven con el compositor Mili Balakirev, centro de la vanguardia rusa, a la que pertenecerían después también su amigo Modest Mussorgski y su futura mujer Nadeshda Purgold. Desde 1871, Rimsky-Korsakov trabajó como profesor de composición e instrumentalización en el conservatorio de San Petersburgo. Entre sus alumnos estuvieron Stravinsky y Prokófiev, corrigió partituras de famosos colegas y editó libros para las próximas generaciones.
La composición y la enseñanza consumieron su energía. Con 64 años enfermó y murió en medio de una gran admiración en Liubensk, cerca de San Petersburgo. Sólo décadas después de la Revolución de Octubre, en 1944, se creó un museo en su honor en su ciudad natal, Tijvin (Novgorod), a unos 200 kilómetros de San Petersburgo, y en 1971 se inauguró otro en su vivienda de esta ciudad.