Maradona tuvo aseguradas sus piernas en millones. Wallisch debiera hacer lo mismo con estas dos manos.
Wia.PhotoUna muestra de máximo refinamiento musical se vivió en el ciclo “Grandes Pianistas” del Teatro Municipal con la presentación del solista austríaco Gottlieb Wallisch, quien dio muestras de una técnica soberbia al servicio de los estilos de cada una de las obras que enfrenta.
El programa con sabor vienés se inició con la “Sonata en Do Mayor XVI/48” de Franz Joseph Haydn. La obra fue escrita en 1789 y nos muestra algo de los cambios que vendrán con el futuro romanticismo. La clara digitación de Wallisch mostró con su fraseo tanto la pureza de lo clásico como aquellos avances que el joven Beethoven incluirá luego en sus primeras sonatas. No están ausentes ni el virtuosismo, y porque no decirlo, hasta el humor, evidenciado en particular en su segundo movimiento.
Las “Variaciones en Fa menor XVII/VI”, también de Haydn, le permitieron luego al solista variar un tanto de carácter, destacando el bellísimo tema entre sereno y gracioso, para mostrar después las variaciones. Algunas de ellas requieren de un virtuosismo mayor y Gottlieb Wallisch está más que preparado. Un real goce fue presenciar su manejo exquisito de los contrastes dinámicos y el inteligente uso de las progresiones.
El programa continuó con “Cinco Transcripciones de Lieder” de Franz Schubert, realizadas por Franz Liszt. Las tres primeras conservan claramente el estilo del lied, mientras que las dos últimas reflejan el virtuosismo de Liszt.
Con un toque sensible Wallisch mostró los “cantos” de cada lied, al tiempo que realizaba estupendamente las figuraciones. Para cada una de ellas se apreció un carácter diferente, desde lo sutil hasta lo poderoso, en musicales progresiones dramáticas. En las dos últimas, de gran desarrollo virtuoso, el solista dio las más grandes muestras de su técnica y sensibilidad.
La segunda parte se inició con la “Sonata para piano Op. 1” de Alban Berg, escrita en 1910 como obra para su graduación antes de que el autor se iniciara en la corriente de Schoenberg. La obra que suscitó elogiosos comentarios en su estreno. Es de estilo más bien impresionista, incluyendo dificultades técnicas y expresivas importantes, las que aquí fueron resueltas brillantemente por el solista.
La famosa y popular “Fantasía sobre el “Wanderer” de Franz Schubert, finalizó la presentación, en este caso Wallisch eludió cualquier intento de búsqueda de lo espectacular, centrándose en lo expresivo. Lo anterior implica enfrentar los grandes desafíos de la partitura, en forma que podríamos definir como apolínea. El tema central y los elementos de “fantasía” fueron perfectamente perfilados, cada uno en su carácter: poético y casi dolido el primero; virtuoso el segundo.
A través de ellos el notable pianista transita por las emociones líricas y dramáticas, como a veces llega a la sutileza de lo alado, con un notable manejo de las progresiones dinámicas. Creemos que su versión rescata la esencia del lenguaje lírico poético de Schubert, particularmente en los momentos de luz y sombra. Los largos aplausos le obligaron a ofrecer como encore un “Preludio” de Rachmaninov con derroche de fuerza y técnica y una selección de melodías populares vienesas, que cerraron su estupenda presentación.