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Estreno de la "Misa romana"

Con su nueva obra, escrita durante una reciente estada en Italia, la compositora suma otro aporte al ámbito de la composición chilena.

01 de Agosto de 2008 | 11:50 |
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Ecléctica: en ''Misa romana'', Soublette abandona su característico estilo neoclásico previo e incorpora un lenguaje contemporáneo contrastado con alusiones a la música antigua.

Foto: archivo de El Mercurio.

Silvia Soublette es sin duda alguna uno de los personajes más importantes de la esfera musical chilena. Artista muy completa además de inquieta, ha incursionado con singular éxito en variados campos relacionados con la música. Fundadora y directora del mítico Conjunto de Música Antigua de la Universidad Católica mientras se dedicaba a la composición con obras mayoritariamente corales, luego fundó y dirigió el Instituto de Música de Santiago, con el que produjo importantes estrenos de obras de temprano barroco y muchas más.

Ahora de vuelta en Chile y ligada a la Universidad Alberto Hurtado, continúa con su actividad musical al estrenar la "Misa romana", obra de su autoría para coro mixto, solistas, órgano y chelo, que escribiera durante su última estadía en Italia. El estreno fue realizado por el  Coro de Cámara de la Universidad Alberto Hurtado, que dirige el maestro Guido Minoletti.


Desafíos corales

En esta misa, ella abandona el estilo neoclásico que caracterizó gran parte de su trabajo para coros. Aquí nos encontramos con una composición bastante ecléctica, donde predomina el lenguaje contemporáneo que se contrasta con alusiones a la música antigua.

En su transcurso existen duros desafíos corales, sobre todo en el ámbito de la tesitura. Fue precisamente ahí donde el Coro evidenció las flaquezas propias de un conjunto que aún se encuentra en etapa de consolidación. En las secciones agudas muchas veces se llegó a la estridencia, particularmente en las sopranos. Mencionaremos que el uso de instrumentos aseguró la afinación.  

La solvencia de Guido Minoletti se mostró en la pulcra preparación de este estreno, aunque el material vocal de los integrantes del coro aún dista de ser homogéneo.

El "Kyrie" se inicia con las primeras exigencias. Luego, en el "Gloria", encontramos alusiones tanto al impresionismo como al atonalismo. El "Gratias" para soprano solista es de gran belleza y expresividad, donde encontramos bastante musical a la encargada de la parte, cuyo nombre no se incluyó en el programa. Lo mismo ocurre con los nombres del coro, de su director y de otros solistas e instrumentistas.

El "Qui tollis", predominantemente "homófono", es poético y muy hermoso, y recibió una muy buena interpretación por parte del coro. Algo similar ocurre con el "Quoniam" en su estructura canónica, con un lenguaje musical que recuerda al de Alfonso Letelier. Consideramos que el "Sanctus" refleja muy bien el texto, seguido por el "Benedictus" para trío de soprano, contralto y tenor, en una polifonía que recuerda a Monteverdi. Y en forma austera concluye el "Agnus Dei" de esta misa, que es un verdadero aporte en el ámbito de la composición chilena.


Programa dispar

El resto del programa incluyó obras corales de los siglos XX y XXI, algunas acompañadas con diversos instrumentos, y eventualmente con solistas.

El éxito en ellas fue dispar. Al parecer en más de alguna se requería un mayor número de ensayos, sobre todo para mejorar la afinación y el afiatamiento vocal, algo que creemos se superará totalmente, pues cuentan con uno de los directores de mayor trayectoria y solvencia de nuestro país.

El "Salmo 150", de Ernani Aguiar, fue duro y tuvo serios problemas de afinación. El "Gloria", de Athos Palma, dentro de su estructura bastante simple evidenció una mejoría en la afinación. Muy débil nos pareció el hermoso "Salmo 86", de Alfonso Leng, inseguro en tempi y afinación.

El "Pater noster", de Stravinsky, muy pulcro, con hermoso sonido, pero alejado de lo litúrgico ortodoxo. Bellísima nos pareció "Elil, Elil", de György Deak-Bardos, y su medida expresión, con ese detalle de los "glissandos". Lo único objetable fue cierta estridencia de las sopranos. "O sacrum convivium", de Olivier Messiaen, fue doblado por el órgano, otorgando al grupo mayor seguridad.

Otra obra de gran belleza fue el "Ave María" cantado en checo de Leos Janacek, para soprano acompañada por violín y órgano, con pequeñas intervenciones del coro que se mostró flojo en ella. En contraste, la soprano solista fue solvente. No ahondaremos en un pequeño accidente de coordinación entre los intérpretes, pues no restó mérito a la versión.

Muy disparejo e inseguro nos pareció el "O magnum misterium" de D. N. Childs. El programa finalizó con buenas versiones del "Pie Jesu", de A. Lloyd-Webber, y de "The Lord bless you and keep you", de John Rutter. Un importante estreno y un conjunto que está en el camino de los logros.

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