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“No me interesa la innovación, prefiero la música personal”

Es inglés, vive en Chile, tiene 70 años, pero suele tocar con músicos de la primera vanguardia nacional del momento. Ha sido investido como el principal impulsor de la música improvisada y esta semana redebuta en el jazz con el álbum Evidence. “Es mi primer disco en Chile y el primero que hago en trío en 35 años”, dice.

01 de Septiembre de 2008 | 15:57 |

En la historia musical de este pianista británico hay hitos que sorprenden. A su lado estuvieron tocando desde Graham Bond, uno de los padres del blues inglés, hasta el baterista Ginger Baker incluso antes de su aventura rockera con Eric Clapton y el grupo Cream. Martin Joseph también tocó con el músico de vanguardia británico John Surman y con el clásico clarinetista norteamericano Buddy Tate.

—Algunas actuaciones con las figuras del jazz de Estados Unidos eran experiencias de una sola noche, por lo tanto el intercambio sólo podía ser muy breve. Con los músicos europeos, en cambio, se producía un vínculo artístico mucho más profundo— dice Joseph, el pianista, compositor y, sobre todo, improvisador, que vive en Chile desde 1999 y quien esta semana presentará su primer disco producido en esta latitud (ver recuadro).

Su título es Evidence, es editado por el elegante sello Vértice y ahí Joseph iguala la importancia que tiene en su trayectoria personal haber tocado con Bond, Baker, Surman o Tate, con los sidemen de la que él mismo considera una de sus más importantes bandas: los chilenos Pablo Menares (contrabajo) y Andy Baeza (batería).

-Este trío ha sido permanente, aunque también has aparecido con otras agrupaciones.
-Los músicos escogidos también responden a las necesidades estéticas de la música. Pablo (Menares) y Andy (Baeza) están conmigo desde fines de 2004, pero también he tocado con un trío de improvisación libre con Daniel Navarrete (contrabajo) y Nicolás Ríos (batería). Mi cuarteto de jazz tiene otras sección de ritmo, los hermanos Roberto y Félix Lecaros. La música es distinta según las formaciones que escojo.

-¿Este disco también considera la improvisación libre como elemento central?
-No lo creo. La improvisación está presente, pero no hay piezas que sean totalmente improvisadas. Está al interior de algunos segmentos en composiciones establecidas. En “Tango-ing” hay composición además improvisación libre. En “Medianoche a las cinco de la tarde”, que se llama así porque tuvimos que recrear un ambiente nocturno de un club a plena luz de día para una película, hay contenido improvisado. En el disco Evidence está repartida la autoría original y otras composiciones de músicos norteamericanos, diríamos standards, aunque en este caso la palabra standard no se aplica muy bien al repertorio.

-¿Por qué?
-Porque se entienden como composiciones que son tocadas por todos y la verdad es que las que yo toco no las tocan todos. He buscado hacerlo con cariño a la canción, de la misma forma como cuando Thelonious Monk tocaba una música de Jerome Kern como “Smoke gets in your eyes”. He estado pensando y me he encontrado con dos paradojas en Evidence. Una es que a pesar de que la música pertenece a otros compositores y la he intentado tocar con el feeling original, el resultado es muy propio. Y la otra es que a pesar de que el resultado es muy propio, se nutre de la propuesta y del intercambio con los músicos del trío.

-Las grabaciones de Martin Joseph que conocemos fueron hechas con gran ensamble y con piano solo. ¿Es un paso adelante llevar un grupo así al estudio?
-Yo grabé mi primer disco, Martin Joseph, en Italia en 1973. Lo hice con músicos italianos y en formato de trío. La música no era tan distinta. En cambio la diferencia te la dan los músicos.

-¿Y qué características tienen Menares y Baeza que fueron escogidos para estar en este disco?
-Andy Baeza es uno de los bateristas más versátiles timbrísticamente hablando. No sólo busca tener el control del ritmo y tocar bien todos los patrones, sino que encuentra un cierto tipo de música a través de la percusión. Tiene gran riqueza de sonido. Si tú me preguntas, yo diría que él está en un nivel de primera línea incluso para circuitos de jazz en ciudades como Nueva York. Pablo Menares siempre me sorprendió por su buen gusto y la capacidad de elección de las notas que tiene es sobresaliente. Tiene un sentido del pulso muy plástico y mucho feeling para tocar el jazz. Yo pienso que es parte de una línea como la de Paul Chambers (antiguo contrabajista de Miles Davis).

-Treinta y cinco años después de tu primer disco vuelves al trío en Chile.
-Es verdad. No lo había pensado así. Creo que lo tenía olvidado, porque sentía que era muy difícil hacer algo nuevo con un trío de esta naturaleza. Ahora no me aproblemo con eso, porque lo que quiero es hacer algo personal. Algo personal es muy diferente de algo nuevo. Ya no me interesa la innovación. Prefiero hablar de música personal.

-¿Cuál es la fortaleza del trío moderno?
-Todos los tríos son diferentes aunque puedan sonar iguales uno del otro. La mano izquierda de Bud Powell generaba peso en el ritmo. Pero ya a partir de Bill Evans, el pianista se desprende de esa obligación y le cede al contrabajo y la batería la función rítmica. Ahí se genera un ambiente especial para la exploración de la música, un tipo de agrupación que lo tiene todo: melodía, armonía y ritmo.

-En Evidence hay música de Thelonious Monk, Charles Mingus, Bud Powell, Wayne Shorter o Joe Henderson, ¿Cuál de estas interpretaciones le sugerirías a un disc-jockey escuchar?
-Mmmm… podría ser “Flakes”, de Steve Lacy. La parte de improvisación es libre casi absolutamente. Esa composición la tocamos juntos con Steve Lacy en un dueto. Recuerdo que le pregunté cómo quería que la hiciéramos, es decir qué sentimiento le podía dar yo a la música. Y él me dijo “tócala muy flakey”… o sea que sonara como copos de nieve que caen. Ni siquiera le pedí una explicación más clara de lo que quería. Creo que la tocamos muy flakey.

-Eso ocurrió en Inglaterra. Cuando te iniciaste eran los tiempos en que aparecieron los Beatles. ¿Te interesaban ellos?
-No demasiado. Éramos muy jóvenes y éramos músicos de jazz, entoces el pop o el rock and roll no estaban dentro de mis preferencias. Yo leía la revista Melody Maker donde aparecían críticas de jazz y lógicamente estaban los Beatles muy presentes. Los Rolling Stones no me interesaban. Hoy lo veo desde otra perspectiva.

-Entonces, ni pensar en que comprabas tus camisas en Carnaby Street.
-Claro que iba a comprarla ahí (risas).

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