En votación poular, Radio Agricultura escogió esta semana la más importante canción chilena de la historia. El público votó por la dramática tonada “El corralero”, de Sergio Sauvalle. De no haber sido por su férrea defensa, hubiera quedado inscrita por algún compositor argentino como propia después de que triunfara en el Festival de Cosquín de 1963.
Es una de las piezas más jóvenes de un repertorio que los musicólogos llaman “típico”, pero al que los folcloristas se refieren como “tradicional”. También es la única tonada que el pianista Valentín Trujillo nunca grabó: “Me paseé por el repertorio de tonadas con el piano. Incluso grabamos ‘Si vas para Chile’ en Estados Unidos con Arturo Gatica. Esa es la canción que siempre me piden que toque cuando estoy en el extranjero”.
Su autor es Chito Faró, cantante de tango que logró su impacto con esta postal melódica en 1942, e integra ese cancionero chileno de raíz que permanece como canción poética a un costado del desborde festivo de la cueca. Principalmente durante las décadas de 1930 y 1940 surgieron como parte de una industria, repartidas en los catálogos de las dos disqueras: RCA y Odeón.
Lindo y puro Chile
“Los compositores se quejaban de que el Pequeño Derecho de Autor no pagaba lo suficiente. Por disco vendido les correspondían el dos o tres por ciento, pero ciertamente eran músicos profesionales y vivían de estas canciones. Luis Bahamonde era un huaso profesional”, dice el musicólogo Juan Pablo González.
Son las mismas canciones que el público conoce verso a verso, pero ignora la identidad de quien escribió los textos. “El éxito de los Quincheros no es el éxito de los Quincheros. Es el triunfo del repertorio que los chilenos conocen”, dice Benjamín Mackenna, director del cuarteto vocal que sobrepasó la barrera de los 70 años de vigencia. Este martes actuaron en el Teatro del Maule a tablero vuelto con un repertorio de un 80 por ciento de tonadas. “Hay muchas que no las cantamos nosotros: las canta el auditorio completo”, agrega.
El grupo de huasos urbanos ha sido protagónico en la historia tonadillera. Ha grabado prácticamente todo el cancionero, que incluye “Mi banderita chilena” (1935, de Donato Román Heitman), “Chile lindo” (1948, de Clara Solovera), “Fiesta linda” (de Luis Bahamonde, que murió un 18 de septiembre), “Camino de luna” (1958, de Luis Aguirre Pinto).
La histórica “Qué bonita va” (1964) del maestro Francisco Flores del Campo la interpretaron en el Festival de Viña de ese año. “Y al día siguiente apareció grabada por Los Cuatro Cuartos”, recuerda Mackenna. “Es una tonada-bisagra: marca el paso de la música típica al Neofolklore y sus arreglos vocales”, explica Juan Pablo González.
“Hubo un tiempo en que los músicos se calentaron la cabeza y peleaban sobre qué era o no era folclor. Había pugnas entre sindicatos de folcloristas y de aristas orquestales. Magot Loyola, en cambio decía 'toquemos tonadas con orquestas, para que se oigan bien fuerte'”, dice Trujillo.
Para él las tonadas más recordadas no las escribieron los folcloristas sino los compositores urbanos: “Cantarito de greda” (de Nicanor Molinare), “Tonadas de Manuel Rodríguez” (de Vicente Bianchi), “Las torcacitas” (de Luis Barragán) o incluso una mucho más joven como “Pa’ mar adentro” (de Pepe Gallinato), a la que Pedro Messone le sacó todo su brillo. “Una vez, en un programa de televisión Paz Undurraga (de Las Cuatro Brujas) anunció una canción diciendo ‘perteneciente al folclor’. Ahí saltó Flores del Campo en el acto: chis, ¿cómo que del folclor? Esta es mía”.
Tres maestrías
Clara Solovera, la autora
De todos los compositores típicos era la menos dotada en habilidades instrumentales. No tocaba bien la guitarra, pero escribía canciones maestras y las entregaba a los intérpretes adecuados: Ester Soré, Arturo Gatica, los Quincheros. De su catálogo es la tonada más importante en el cancionero: “Chile lindo” (1948). Hay un verso ahí con un evidente error gramatical: “que si por vos me pidieran la vida te la daré”. Lo que corresponde es la conjugación “daría”, pero ni siquiera eso importó a esta profesora de castellano que entró en la historia popular con ese himno costumbrista y otras 60 tonadas de raíz campesina. Tenía 82 cuando murió en 1992.
Sergio Sauvalle, el compositor
Retirado de Los Huasos Quincheros en 2005, Sauvalle escribió esa tonada que reemplazó en popularidad a “Bajando pa’ Puerto Aysén” (Jorge Bernales) y “Chile lindo” (Clara Solovera): “El corralero”, la historia del inquilino que se resiste a la orden de matar a su caballo más querido. La canción se presentó en el Festival de Viña de 1962 con el grupo Los de Las Condes, pero sólo salió tercera. En 1963 ganó en el festival argentino de Cosquín y a partir de 1966 Sauvalle la grabó en ruso, alemán y japonés.
Ester Soré, la intérprete
Marta Yupanqui es la “Negra Linda”. No era compositora pero en su calidad de estrella de la canción y el cine su voz se convirtió en la más grande intérprete de tonadas de la historia. Cantaba de manera expresiva, con modulación y vibrato y era capaz de transmitir ternura, drama y picardía. Fue la mujer más deseada del espectáculo. Hizo más de 500 discos de 78, con tonadas como “En el trigal”, “Mi pena”, “Me estás matando”, “Pañuelito ‘e tres colores”, “La yegüita”, y fue la primera en grabar el segundo himno nacional: “Chile lindo”. Su única canción original es, lógicamente, una tonada: “Qué me van a hablar de amores”. Murió en 1996 a los 81 años.