SANTANDAR.- La soprano chilena Cristina Gallardo-Domas cree que a pocos directores de escena les interesa el nivel artístico de los intérpretes y prefieren trabajar con quienes estén dispuestos a “cantar de cabeza o tirados en el suelo".
Eso es algo a lo que no se presta, a su juicio, la mayoría de los artistas “de gran trayectoria".
"Hoy por hoy se necesita ser un acróbata en el escenario", dijo en rueda de prensa la soprano chilena afincada en Canarias (archipiélago atlántico español), quien inaugurará este sábado la XIII Temporada Lírica del Palacio de Festivales de Santander.
Lo hará con un concierto dedicado a Puccini en el que estará acompañada por la Oviedo Filarmonía, bajo la batuta de Angelo Cavallaro, y el Coro Lírico de la región española de Cantabria.
Según Gallardo-Domas, contratar al director escénico supone el coste económico más alto en el montaje de una ópera, por encima de lo que cuesta contratar a los cantantes y “parece que cuando más minimizada es la escena, más cara es".
Países como España o Italia, explicó, se han ido abriendo “con mucha reticencia” a esta tendencia pero han terminado asumiéndola, mientras que en otros lugares de Europa, como Francia y Alemania, ya han dejado atrás los montajes “modernos” y han entrado en otro tipo de concepto.
"Ya Rigoletto puede ser el que hace las pizzas", apuntó. Para el director de orquesta Angelo Cavallaro, el peligro llega cuando se cambia el sentido que el compositor y el libretista dieron al personaje. Esa es, a su modo de ver, la “gran tragedia” de la ópera actual, que “sucede con frecuencia".
Además de que en la escena lírica se ha pasado del protagonismo de lo auditivo al de lo visual, los cantantes se enfrentan a unas orquestas con “una potencia mucho más poderosa” que en la época en que se escribieron las óperas del repertorio pero su instrumento, la voz, sigue siendo el mismo, subrayó Gallardo-Domas.
La artista chilena, que también se dedica a la docencia, participó este verano en el “Campus Opera” de la isla de Gran Canaria, cuyo objetivo es tender puentes entre la enseñanza y la escena para ayudar a los jóvenes intérpretes.
Está convencida de que hay que preparar mejor a los cantantes, "técnicamente y también para que sean conscientes de lo que están haciendo", y considera que hoy en día se les empuja al escenario sin la suficiente madurez y eso hace que la vida de los intérpretes “sea cada vez más corta".
También piensa que los más jóvenes quieren empezar demasiado pronto su carrera, “no importa cómo” pero “hay que hacerles entender” que tienen que tener cuidado con el repertorio.
Cristina Gallardo-Domas es consciente de que “lo importante es que un cantante sepa decir no", un consejo que ella ha llevado a rajatabla a su carrera, aunque al otro lado del teléfono estuviese la Ópera de Viena.
En el recital con el que abrirá la Temporada Lírica de Santander se enfrentará a un programa “extremadamente exigente y muy, muy expuesto", hasta el punto de que lo ha comparado con “una operación a corazón abierto".
La soprano, que precisamente debutó con “Madame Butterfly” y este año ha ofrecido un buen número de recitales para conmemorar el 150 aniversario de Puccini, considera que el músico italiano sigue siendo “uno de los compositores más modernos y actuales".
Además, a su juicio, todas las heroínas que creó, son mujeres "reales", de “carne y hueso", a las que ella aportó sus vivencias, como la experiencia de la maternidad.