El nuevo disco de Teleradio Donoso comienza en la pista de baile pero termina con la ropa transpirada, olor a humo y tristeza. En la misma habitación retratada por su celebrado debut, Gran Santiago (2007). Y este experimento, de separar el álbum por caras “A” y “B”, les sale bien. Pensado como elepé, la primera parte (“Bailar”) remite a la indietrónica, a Timbaland y al frenesí bailable. La segunda (“Llorar”) es lenta y triste. Sin embargo, ambos lados están indisolublemente unidos por ese sentimiento de las silly love songs: las tontas canciones de amor, de la FM setentera.
De hecho, en Bailar y llorar hay más Gilbert O'Sullivan que The Rapture o The Strokes. Aunque eso no excluya una sorpresiva referencia al quinteto de Julian Casablancas en las guitarras de “Éramos todos tan felices”. El resto del disco, sin embargo, se transforma en la historia de cómo una escapada a bailar en pareja termina en soledad. "Bailemos un poco / salgamos de todo / plata no tengo / ni sueños tampoco / salían muy caras / y nada es gratis", canta Alex Anwandtler en “Bailar y llorar”. Luego viene la fuga de “Amar en el campo”, donde el talento cancionista de la banda es evidente al soltar el estribillo en lugar de anunciarlo.
Pero desde el soul de “Las niñas de la cuadra" comienzan a calmarse los tempos. Y se va perfilando una tristeza que se culmina en “Yo no sé nada del mundo”, cuyos versos dicen: “Cuando está cerrado mi corazón / abro la botella y pienso en ti / Yo no sé nada del mundo / y el mundo no sabe de mí”. Teleradio Donoso pasó la prueba del segundo disco. Aunque ellos probablemente ya lo sabían mientras lo grababan. Basta escuchar con qué seguridad enfrentan la bella “Granada”. Una canción –como varias de Bailar y llorar- que perfectamente podría estar en uno de esos viejos vinilos, donde las tontas canciones de amor, aún se tomaban en serio.
—JC Ramírez Figueroa