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"Antes de hablar lávate la boca con jabón"

"La rabia es buena para grabar discos", ha dicho Trent Reznor de Nine Inch Nails. Y María Ela lo comprueba con Jabón, un disco aguerrido. Inicialmente iba a ser producido por Álvaro Henríquez, pero finalmente la cantante decidió tomar las riendas. María Ela, que se hizo conocida por su trabajo de modelo en la televisión, quedó satisfecha. Después de todo se vino de Santa Cruz a Santiago para vivir de las canciones.

06 de Octubre de 2008 | 10:07 |

La cantante Mariela Muñoz, conocida al micrófono como María Ela, reconoce que Jabón, su nuevo disco, fue duro de hacer. “La portada del disco no tuvo ningún fin erótico ni como choreza. Simplemente refleja el momento por el que pasé grabándolo, con todas sus interpretaciones”, explica. “Cuidé todos los detalles: que el libreto fuesen fotos que el que quiera la puede sacar del empaque y guardar. O la funda del CD, que tiene un papel distinto al típico. En verdad es un disco artesanal, pero bien cuidado”.

Jabón es la segunda producción de esta compositora nacida en Santa Cruz y que se hizo conocida por su participación como modelo en programas televisivos como “Na' que ver con Chile” o “Pase lo que pase”, su estación previa a la etapa de cantante, puesto que allí hacía coros en el set junto a otra cantante, Daniela Aleuy. Un camino que ella no buscó, pero que le sirvió para tener claro las cosas que quiere en la vida. Un mundo que, dice, al fin logró abandonar.

Después grabó su debut Voy a cantar (2002), que la hizo ganadora de un Apes y que, explica, fue el comienzo del camino que terminó en este álbum. Una producción tan cuidada que incluso tiene un leve toque aromático a jabón.

-Tu disco es fuerte, con mucha rabia. Últimamente el pop sorprende más que ese rock que supuestamente “salva vidas”.
-Yo lo calificaría de “soft rock”. Es un disco crudo, cargado a las guitarras. Me gusta eso. El disco anterior era más suave y cuidado. Acá hay dolor y angustia. Por eso está la idea del jabón, que limpia. Tengo claro que para llegarle a la gente va a ser un proceso lento. De verdad, no tengo expectativas.

-Lo bueno, es que a pesar de lo guitarreado, no suena monótono…
-Me he dado cuenta que la gente joven que arma bandas siempre parte tratando de imitar a alguien. Y va pasando el tiempo y no logran ser ellos mismos. Yo trato de no tener influencias cuando compongo. Es decir, no tratar de “sonar como”. Eso te da más libertad para hacer canciones. Además yo hago la letra y la música al mismo tiempo. Guitarra, lápiz y papel. Me preocupa que haya gente que haga la letra al final, escribiendo cualquier cosa. Como si el texto fuera algo que no va ligado a la música.

-¿Qué te mueve a sacar un disco en plena crisis de las disqueras?
-Al final aprendes a hacer todo tú sola. A tomar el control de la situación. Hace poco me llegaba un mail desde México, porque gracias al MySpace habían conocido mi música y me preguntaban por la letra de “Piticona” que está cantada en mapudungun. Estuve investigando, conocí a una compositora mapuche y bueno, la letra no la voy a traducir (se ríe).

-¿Cómo fue tu experiencia en la televisión?
-Me desmarqué de ese mundo. Uno queda restringido a hacer siempre el mismo papel. Y yo ya estoy en otra. Pastelero a tus pasteles, como se dice. Trabajé diez años y entre medio practicaba danza. Pero yo me vine a Santiago a los 16 años a cantar.

-En un texto promocional del disco escribiste que “nunca un disco tuvo tantos obstáculos”, ¿A qué tipo de dificultades te refieres?
-Primero por la época que estaba pasando y por lo difícil de conseguir colaboradores. En el disco anterior, Voy a cantar, trabajé con Alejandro Gómez (músico de los grupos pop-rock Solar y Alamedas), pero en éste el trabajo la colaboración con Álvaro Henríquez no funcionó. Así que finalmente tuve que empezar a trabajarlo de nuevo. Fue una buena búsqueda musical hacerlo así.

-A más de alguno le puede chocar la portada del disco…
-Claro, pero no es una cuestión sensual. Tiene que ver con el concepto del disco. De hecho las fotos me las tomé en Santa Cruz, en pleno invierno y con agua fría. A ese nivel de sinceridad.