Con la camiseta puesta: Chile y Serbia por un mismo propósito. Si se pierde un partido se celebra con música. Kusturica dirige al equipo y Doctor Nelle hace el gasto en la cancha.
Claudio VeraEse dicho pelotero de que "las penas del fútbol se pasan con fútbol", no puede ser más que una verdad a medias. Porque esa clase de penas suelen estar ligadas de modo casi invariable a las derrotas, y más fútbol sólo abre el panorama a que la posibilidad de una caída se vuelve a presentar. Por esto, y ante la distancia y eventualidad de un reponedor triunfo, lo más recomendable es buscar alternativas de consuelo por fuera del deporte.
Los que la noche del domingo estuvieron en el Teatro Caupolicán, no se demoraron nada en recuperar la sonrisa, gracias a la presentación del serbio Emir Kusturica junto a The No Smoking Orchestra. La tercera ocasión del director de cine en el país, para presentar su faceta musical, fue un verdadero combo: A las 19:00 horas, tres pantallas gigantes reproducían la transmisión del partido entre las selecciones de Chile y Ecuador; pasadas las 21:00, la banda saltaba al escenario para desatar una verdadera fiesta.
Es que, como ya nos ha enseñado el rescate de la murga que hacen las barras de estadios en Uruguay y Argentina (y que los nuestros replican sin más), el fútbol y la juerga son dos cosas que pueden ir de la mano. Mucho de ese fondo hay también en la música de Kusturica y los suyos, con una fórmula que mezcla los sonidos balcánicos con cuotas de rock y punk, y que se emparenta bastante con ritmos como el ska y la propia murga.
Por eso, no era de extrañar que a las siete de la tarde, con el pitazo inicial del árbitro uruguayo Martín Vásquez, el recinto de calle San Diego estuviera prácticamente repleto, como tampoco lo fue que casi dos horas más tarde el silencio se apoderara de las casi cuatro mil personas, ni que diez minutos después la algarabía fuera total. Porque apenas ese lapso de tiempo pasó entre el pitazo que sentenció la derrota de Chile y el inicio del show de los músicos serbios, que con su "Unza unza time" tenían a la cancha revolviéndose cual galería norte del Estadio Monumental.
Y de eso se trató. Porque con canciones revoltosas como "Wanted man", u otras más cadenciosas como "Evergreen", el director y su desordenada orquesta con perfil de sonora —de hecho, el percusionista recordaba llamativamente a José Arturo Giolito— mostraron básicamente lo mismo que en sus visitas de 2001 y 2005.
¿Es eso cuestionable? No tanto, si es que el esquema funciona y si el buen rato está prácticamente asegurado, razón por la que muchas veces hemos podido repetirnos en Chile, de un fin de semana a otro, a herederos como La Banda Conmoción o La Mano Ajena —que cerró la noche con un breve, pero bien acogido after show—. En ese sentido, The No Smoking Orchestra ha demostrado ser casi infalible, mientras que Kusturica, el Dr. Nele y compañía, prácticamente de la casa.