Lo anuncia la portada del disco: el contenido de Cabaret Nobelle es atemporal. En una época donde las bandas tributan claramente al electropop ochenteno o al riff callejero de los '70, el debut de estos santiaguinos no se puede catalogar en un periodo musical preciso. Así, el disco remite estéticamente al viejo Santiago bohemio, pero en vez de jazz huachaca hay guitarras eléctricas. Y en lugar de rock, basta escuchar un par de veces el álbum para concluir el ADN de la banda está definitivamente en la chanson, la balada e incluso el folclor.
En efecto, cuando Cabaret Nobelle se aleja de cierta tensión rockista de temas como “Santiago bohemia” o “Pulsión”, crece a niveles inesperados. Sobretodo por su intuitiva vocación por acordes no típicos, interesantes climas eléctricos o simplemente buenas canciones. Por ejemplo “Paseo nocturno”, una joyita que se enriquece con el sonido de la melódica, aquella especie de teclado que se toca con un tubo en la boca. Y la trilogía que cierra el álbum es impecable: la triste “Perdido en la ciudad”, la raíz folclórica de “Plegaria para un viajero” (con sonido de lluvia como base) y la potente “Revolver”. A juzgar por esta colección de canciones, Cabaret Nobelle tiene bastantes trucos escondidos en el sombrero. Lo importante es que la tentación de tocar fuerte no los termine ahogando. Porque de bandas que tocan fuerte ya tenemos demasiadas. Si siguen por el camino de las últimas canciones citadas, no habría nada que temer.
—JC Ramírez Figueroa