Cátedra nocturna

Un viaje a las profundidades de fines del Renacimiento e inicios del Barroco nos regaló el Estudio Música Antigua UC, en un concierto en el Aula Magna del Centro de Extensión que, a una inusual hora, convocó a una gran cantidad de aficionados a la música antigua, interesados en el trabajo de este prestigioso conjunto que dirigen Gina Allende y Sergio Candia.

Teniendo como base composiciones que vieron la luz bajo el amparo de la Camerata Florentina, señera institución creada por el Conde Bardi, el conjunto abordó mayoritariamente obras de Giulio Caccini y de su hija Francesca, intercaladas con otras de Malvezzi, Luzzaschi, Castaldi, Mortaro y Archilei.

Lo primero que debemos destacar es la total sintonía y afiatamiento del grupo, que interpreta con enorme gusto un repertorio estudiado acuciosamente, asegurando así el éxito en sus presentaciones. Otro aspecto destacable es la vitalidad que le imprimen a sus versiones, dejando atrás un enfoque que podríamos denominar académico-escolástico, que resulta distante para el público.

En este aspecto consideramos clave -por lo expresivas- las participaciones del tenor Gonzalo Cuadra y la soprano María José Brañes, que se suman a la musicalidad de ambos directores en viola da gamba y flautas dulces. Ellos actuaron junto a Gonzalo Beltrán en el violín barroco, Eduardo Figueroa en la guitarra barroca y chitarrone, el clavecín de Camilo Brandi y las demás violas da gamba de Consuelo de Cea y Francisco Mañalich.

Al homogéneo y hermoso sonido de la sinfonía de Malvezzi, con la que iniciaron la presentación, se sumó en la primera parte Gonzalo Cuadra, experto en este tipo de repertorio. El músico dotó a cada una de sus intervenciones un sentido del drama que anuncia el estilo de Monteverdi. Su afinación justa y el sentido de los textos, así como los musicales fraseos entre él y los instrumentos, mantuvieron la más absoluta atención del público. En forma alternada con Cuadra, se sucedieron los intermezzi instrumentales, destacando tanto la claridad en las voces como la expresividad.

Destacamos al tenor por los madrigales “Ch’io non t’ami, cor mio”, por la expresividad de las ornamentaciones, y “Perfidissimo Volto”, por la sutileza de las inflexiones dinámicas y dramáticas, acompañado por el chitarrone. Se añade la verdadera clase de ornamentación del madrigal “Vedró I mio sol” y su dramático final. Un logro absoluto de todo el conjunto nos pareció el aria “Tu ch’ai le penne, amore”, por la progresión dramática desde el solo del tenor, al que se agregaron uno a uno el resto de los instrumentos, logrando una fusión total de todos los intérpretes.

El hermoso y cálido timbre de la soprano María José Brañes fue el eje de la segunda parte. Esta solista, que parece estar especializándose en este tipo de repertorio, sorprendió tanto por el manejo dramático como por la inflexiones vocales, y se destacó en el uso de los contrastes dinámicos.

No podemos dejar de señalar la canzonetta “Che t’ho fatt’io”, por la expresividad de la soprano y el acompañamiento del chitarrone y el clavecín. Luego, ambos instrumentistas conmovieron con el “Capriccio detto svegliatoio” de Castaldi, en la sutileza musical de su desarrollo. Siguieron el madrigal “Pietá mercede”, de fonética impecable en su expresividad; la canzonetta “Fresche aurette”, de exquisitos diálogos con diversos instrumentos, así como el madrigal “María, dolce María” acompañada del chitarrone. Antes del final, el flautista-director Sergio Candia tocó muy expresivamente “O Primavera” de Luzzaschi, para acabar la presentación con la canzonetta “Chi desia di saper che cosa é amore”, que ratificó ampliamente todas las bondades musicales del Estudio Música Antigua UC, que recibió con justicia los más calurosos aplausos de un público agradecido por la oportunidad de acercarse a este tipo de repertorio.

Gilberto Ponce