Nicola sin retorno

Nunca pudo -o quiso- sortear los problemas técnicos que empañaron su retorno a Chile. En función de gala en el Teatro Oriente, Nicola di Bari demostró que se puede ser un veterano en el mundo del espectáculo y aún así lidiar con suma dificultad eventuales ripios propios de la música en vivo, dejando que el carácter traicione el destino de un concierto.

Desde la partida con "Vagabundo", quedó claro que al cantante italiano de la voz profunda y raspada no le acomodaba el sistema de retorno, que es la señal que permite chequear al interior del escenario el sonido. Fue tanto su fastidio, que dedicó pasajes de sus intervenciones a ironizar sobre llevarse los dichosos parlantes que no le permitían hacer un show a sus anchas. A esa tara, se sumó la banda que lo secundó, derechamente mediocre, sobre todo el baterista, que jamás comprendió la naturaleza de su misión: acompañar, no vapulear su instrumento.

Clásicos del amplio repertorio del italiano como "Trotamundo", "Lisa de los ojos azules" y "El corazón es gitano" resultaron deformadas, en un torpe gallito entre la voz de Nicola de Bari, aún telúrica, y sus músicos destemplados. Sólo con "El corazón es gitano", "Guitarra, suena más bajo" y la soberbia versión de "Mi viejo", Nicola di Bari, que luego cantaba en Concepción y el sábado en el Teatro Caupolicán, estuvo a la altura de un nombre fundamental en el cancionero impuesto por la banda AM.