Si se asume que Pretenders es, desde hace años, el vehículo solista para Chrissie Hynde, los méritos de Break up the concrete debiesen dejar a la inolvidable rockera de chasquilla con el gran crédito que merece siempre una cantautoría así de enérgica, graciosa y aguda. No hay reflexiones introspectivas ni pretenciosas búsquedas intergéneros en este disco levantado casi exclusivamente por una mujer de 57 años de edad, cercana como nunca a la raíz del rock estadounidense.
Fueron Inglaterra y esas guitarras que llamaban jingle-jangle las que avivaron a los Pretenders durante sus años de gloria (recuerde usted el inicio de "Don't get me wrong" o como saltaba uno con "Back on the chain gang"). Pero hoy Hynde ha regresado a su natal Ohio —sí, ha abierto un restaurante vegetariano en la ciudad de Arkony, sí, es posible que se vea aún más joven que Madonna—, y parece entusiasmada a tributar al fin con su música a próceres connacionales como Bo' Diddley, Bob Dylan y el sonido de steel-guitar que puebla temas como "Love's a mistery" o "You didn't have to" (tierno y certero cuando canta "gracias, muchacho, por no dejarme alternativa").
No es que de súbito los Pretenders se hayan convertido al country, pero es evidente que este disco con ritmo de carretera suena más preocupado de las atmósferas y del carácter de raíz que de una guía melódica pop. Ante este sonido cálido, este carácter enfático, y esta voz envolvente, qué ganas, piensa uno, de envejecer como Chrissie Hynde.
—Cristina Hynde